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No importa que tengas el piso más pequeño de tu ciudad, o que sea una casa oscura. Si la iluminas bien, harás que parezca el doble de grande. Así que no desesperes, porque te damos 10 claves con las que lograrás que la luz juegue a tu favor. Compruébalo.
Potencia justa
- Sí. Escoge una luz general con la intensidad adecuada, sin pasarte: las lámparas con una potencia lumínica excesiva empequeñecen una habitación y, además, la luz resulta molesta.
- Nunca. No te limites solo a iluminación general, ya que crea ambientes planos, percibiéndose las dimensiones reales de la habitación.
Focos ocultos
- Sí. Las fuentes de luz deben ir en paredes y techos, y mejor empotradas, para que no se vean mucho y puedan orientarse fácilmente.
- Nunca. Evita sobrecargar con muchas lámparas: producirías el efecto contrario.
Enfoca al techo
- Sí. Coloca puntos de luz con el haz dirigido hacia el techo o las paredes. Así se crearán zonas de sombras que disimularán el tamaño de la habitación.
- Nunca. No elijas lámparas recargadas. Y procura evitar los modelos de pie, que ocupan sitio. Mejor sustitúyelos por apliques de pared que hagan la misma función.
Crea zonas distintas
- Sí. Cuando el espacio se usa para actividades distintas, es importante delimitar las zonas. Puedes poner en cada una, una luz perimetral (indirecta oculta o con focos empotrados orientables) reforzada con lámparas de sobremesa.
- Nunca. No crees más de tres zonas en un mismo ambiente: recarga la habitación.
Dirige la luz
- Sí. Ilumina piezas concretas para dar sensación de movimiento y agrandar la habitación. Puede ser una librería, destacando alguno de los módulos; un cuadro... Por lo mismo, instala puntos de luz en las vitrinas, los estantes...
- Nunca. Procura no iluminar todo el objeto si es demasiado grande –una estantería, por ejemplo–: al darle tanto protagonismo, “se come” espacio.