Para contrarrestar el efecto tubo de un pasillo alargado la palabra clave es compartimentar. La iluminación, por ejemplo, puede ayudarte. Sitúa focos halógenos cada metro en los extremos del pasillo y algo más próximos en la parte central (entorno a 85 cm): al quedar los extremos menos iluminados el pasillo parecerá más corto. Si tienes suficiente ancho para colocar apliques (más de 80 cm), sitúalos en una misma pared. No los instales de manera uniforme o alargarás el pasillo. Si el pasillo supera el metro de ancho, puedes incluir piezas de mobiliario: repartidas en cada zona refozarán la división en áreas. En pasillos muy estrechos apóyate en elementos más pequeños para crear distintas zonas: varias alfombras contiguas, cuadros agrupados en distintas composiciones... Los efectos logrados con la pintura también serán muy útiles. Tanto pintar la pared del fondo de un tono más oscuro como aplicar en el techo un color ligeramente más intenso que en las paredes son recursos ópticos que jugarán a tu favor.
Una librería en el pasillo
Para el pasillo, es suficiente con que la librería tenga un fondo de 25 cm. Eso sí, deberás tener unos 90 cm libres delante de ella para poder pasar sin problemas. Hacerlas a medida siempre es la opción más práctica, pero en el pasillo, por su particularidad, más aún. Una buena solución es realizarla baja e integrada en un zócalo de madera. Las librerías bajas son perfectas cuando el recibidor comunica con el salón: divide ambas zonas sin restar ni un ápice de luz y, además, suma espacio de almacén.
Si te decides por una librería sin trasera será una buena opción por su ligereza en zonas de pocos metros. Elígela del mismo color que las paredes. Un consejo: para evitar accidentes, fíjala a la pared.