En otoño e invierno las lámparas vuelven a ser protagonistas. Los días son más cortos, el sol va perdiendo protagonismo y las luces son las encargadas de llenar de vida y calidez cada espacio de casa. Es la época del año en que más horas al día necesitamos las lámparas.
Ya sabemos que no hay nada como la luz natural, pero hemos de estar seguros que nuestra casa mantiene su espíritu por la noche. Es el momento de repasar rincón a rincón tu casa, encender la luz y preguntarse ¿tengo una sensación fría o acogedora? ¿Pierde sus colores, su espíritu? ¿Tengo la luz suficiente y adecuada para hacer lo que tengo que hacer? Para leer, para cocinar, para trabajar, para comer, para maquillarme... Y la última gran pregunta: ¿están desfasadas mis lámparas?
Nuevas formas de iluminar
Es posible, porque poco a poco los sistemas han cambiado. Por ejemplo, se ha acabado la tiranía de los focos, esas filas y más filas de alógenos. Por supuesto que están, son imprescindibles, pero el tiempo ha devuelto el protagonismo a las lámparas. Y a las bombillas.
La revolución de las bombillas
La primera revolución ha sido técnica con la implantación de los leds. A muchos todavía nos falta información para acertar, a veces nos perdemos un poco, ¡hay tanta oferta!
Y la segunda revolución ha sido estética. Hace tiempo las bombillas se han convertido en un elemento decorativo de pleno derecho, luciendo su variedad de formas, tamaños, filamentos, colores... Formando grupos y creando pequeñas esculturas sobre las mesas de comedor o incluso sobre las mesillas de noche.
Iluminar colgando del techo
Porque las lámparas de techo ahora están por todas partes y han multiplicado sus funciones: sobre una barra de cocina, junto a los sofás, encima de la mesilla de noche... Y también las propuestas decorativas, apostando por estilos más radicales, o muy clásicas o minimalistas. Aparecen las grandes pantallas, las bolas de cristal transparente, las clásicas arañas con lágrimas...
Apliques y flexos
Se han hecho un gran hueco porque son los amos del ingenio y de los pocos metros: consiguen llegar a todas partes y aportan a los espacios ese toque de diseño, si son cromados (las Tolomeo han vuelto con mucha fuerza), o industrial, si son negros.