Utilizar energías renovables en casa es posible: el sol, el viento o la biomasa (desechos urbanos o rurales) son las energías más habituales para generar calor o electricidad. ¡Y para cuidar mejor el planeta!
Paneles Solares
El sol es una de las grandes bazas de un país como España. A pesar de ello, no es ni mucho menos el país que más utiliza el astro rey para crear energía. Alemania va a la cabeza, y eso que allí disfrutan menos de solecito. De todas formas, la administración española se ha puesto las pilas en materia de energías renovables: desde 2007 el nuevo código técnico de la edificación, aprobado por el Gobierno, exige que las edificaciones que se construyan cuenten con paneles solares para suministrar agua caliente sanitaria en los hogares. Pero si vives en una casa antigua, puedes instalártelas con la ayuda de un instalador de sistemas de energía solar. Si vives en un piso o comunidad, puedes proponer a la comunidad de vecinos la instalación de las placas para todo el edificio.
Estén donde estén, conviene orientarlas al sur para aprovechar su rendimiento al máximo. O puedes optar por un panel solar que tenga un sistema que lo mueva siguiendo la rotación del sol, como hacen los girasoles.
¿Energía térmica o fotovoltaica?
Con los paneles puedes obtener energía térmica: sirve para calentar agua para diversos usos (calefacción, calentamiento de piscinas, producir frío para la climatización...). Las instalaciones de energía solar térmica normalmente cubren el 60% del agua caliente que una casa necesita. El coste medio de cada metro cuadrado, ya instalado, de panel solar térmico es de unos 780 €. Si se considera una instalación media, se necesitan unos seis metros cuadrados de superficie, lo que significa 4.700 €.
¿Me quedaré sin agua caliente cuando no haya sol? Los colectores solares no solo captan los rayos del sol durante los días despejados. La radiación difusa existente en cielos nublados también se aprovecha, aunque con menor rendimiento que en circunstancias favorables.
Con las placas, también puedes obtener energía fotovoltaica: se usa para generar electricidad, una energía que, posteriormente, se suministra a la red. Es decir, tú como propietaria venderás a la compañía eléctrica lo que produce tu placa, y por ello, obtendrás tres veces el valor de lo que la compañía te cobra por un kilovatio. Los paneles solares fotovoltaicos caseros cuestan entre 600 y 2.000 euros, aunque luego hay que añadir el precio de las baterías, los reguladores y los accesorios necesarios para instalar el panel solar en casa.
Los sistemas solares térmicos y los fotovoltaicos son técnicamente independientes entre sí, es decir, de un mismo panel no se puede obtener al mismo tiempo calor y energía eléctrica. Para poder obtener simultáneamente estas dos energías es preciso instalar dos sistemas distintos, uno térmico y el otro fotovoltaico.
En conclusión, optes por la energía que optes, aunque tiene un coste algo elevado, la inversión se amortiza por el ahorro que permite. Además, tiene un mantenimiento casi nulo.