¿Eres de las que tiene claro hasta cómo doblarás las servilletas o, por el contrario, ves cómo se acerca el día y aún no has decidido siquiera si será o no al aire libre? Seas como seas, asegúrate de no caer en ninguno de estos errores que pueden arruinar el gran día.
Sin prisas, pero sin pausa
Aplica esta máxima a la hora de planificar la decoración de tu boda. Si todos tenemos claro que hay que encargar el vestido de bodas o reservar el lugar de la ceremonia con meses de antelación, ¿qué te hace pensar que puedes improvisar con la decoraci��n? Si lo dejas para el último momento, lo más probable es que acabes delegando la tarea a los responsables del restaurante y tu boda sea una más de las que se celebran allí, sin nada que la haga tuya y personalizada.
Dedica el tiempo necesario a decidir cómo te gustaría que fuera, haz una lista de lo que necesitarás (teniendo en cuenta lo que ya esté en el local reservado) y ve buscándolo poco a poco. No solo te estresarás menos, sino que será más fácil que te ajustes al presupuesto previsto.
Bueno, bonito y barato…
Y hablando de presupuesto… En la emoción del momento, es fácil no fijar una cifra (o atenerse a ella) e ir improvisando sobre la marcha con la excusa de que 'un día es un día'. Y, aunque eso sea totalmente cierto, celebrar una boda como si no hubiera un mañana solo puede servir para hacer más amarga la vuelta de la luna de miel.
Evítalo asignando una cifra realista a cada una de las partidas recogidas en tu lista de los deseos y ajustándote a ella. De este modo, en caso de que aparezcan desajustes, tendrás tiempo de maniobra suficiente para valorar si vale la pena o si puedes sustituir ese concepto con una solución más económica.
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Sé fiel a tu estilo y la decoración de tu boda hablará de ti
Una vez que hayas decidido el estilo que quieres que tenga tu boda, mantente firme y cíñete al plan. Es fácil dejarse llevar por las evocadoras (y muy abundantes) imágenes de bodas y acabar convencida de que quieres una boda campestre para al día siguiente cambiar a una vintage, al otro una bohemia, shabby chic y así sucesivamente. El riesgo es doble: o llegas al día de la boda sin tenerlo claro del todo y acabas con una decoración que no era realmente la tuya o acabas poniendo detalles de todos y cada uno de estos estilos con un resultado propio de un mercadillo.
En su justa medida
¿Quién no se ha pasado horas viendo esos preciosos bodegones temáticos? Pilas de cajas de madera en un bucólico prado, enormes bobinas industriales recuperadas, bodegones con decenas de delicadas piezas de porcelana… Nadie discute que sean preciosas y que un rincón dispuesto de este modo nos puede ayudar a crear la atmósfera deseada. No obstante, un exceso o un uso poco reflexionado de ese tipo de elementos puede crear el efecto contrario, y crear una ambientación artificiosa y poco natural.
Nuestro consejo: reflexiona sobre qué quieres transmitir y dale una utilidad práctica: por ejemplo, decora de este modo el punto de asignación de las mesas, la mesa con el libro de firmas, el photocall… Y, sobre todo, no olvides incluir detalles que evoquen vuestra historia o personalidad, para evitar que parezcan copias sin sentido.
A gustos, colores
Las modas influyen en la decoración de las bodas al igual que en todos los demás aspectos de la vida y no es extraño que, de repente, todo se vuelva verde greenery (decretado color del año por Pantone), amarillo primrose o rojo fuego. El error es intentar combinarlos todos: algo que, por bonito que quede en la tienda, no creará sino confusión en un entorno que debería verse armonizado. Evítalo usando un máximo de tres colores, de los que uno –el más abundante– debería ser neutro, para evitar un efecto abigarrado, y limita los más intensos a pequeñas pinceladas.
No fuerces las cosas
Vale, se llevan las piñas, los flamencos rosa y la gráfica ochentera, pero eso no quiere decir que tengan que estar presentes en tu boda si, por ejemplo, esta transcurre en una señorial masía con varios siglos de antigüedad (aunque podría estar muy bien en una boda de playa...). O, lo que es lo mismo, olvida los detalles industriales o kitsch si eliges una boda campestre en un merendero.
La decoración de la boda debe potenciar el entorno existente y no 'pelearse' con él. De lo contrario, ni uno ni otra conseguirán el efecto deseado.
Bonito, sí, pero también cómodo
Un bufé bien decorado, en el que el menú se vea realzado por delicadas piezas de menaje, flores y complementos decorativos es un acierto seguro en cualquier boda. Ahora, aunque haya mucho de verdad en que comemos más por los ojos que por la boca, la puesta en escena no debe sacrificar otras cuestiones como la comodidad (o incluso la integridad física) de los comensales. Una mesa demasiado ancha, que obligue a hacer equilibrios para alcanzar el bocado del fondo, bandejas en precario equilibrio sobre estilosas peanas, preciosas campanas que bloqueen el acceso a dulces tentadores, arreglos florales tan frondosos que eclipsen la comida o velas que le den un aura mágica pero que hagan que nos la juguemos con cada plato... Ponte en la piel de tus invitados y conjuga estética con practicidad.
Cuidado con las bodas temáticas
¿Eres fan incondicional de ....... (rellena la línea de puntos con el tema de tu elección) y crees que sería genial basar tu boda en ello? Si es así, está claro que lo tuyo es una fiesta temática lo que no quiere decir, para nada, un parque temático. La línea que separa una boda temática original y refinada de un circo de tres pistas es más delgada de lo que pudiera parecer y pasa por contenerse y limitar las alusiones al leitmotiv elegido a pequeñas pinceladas que lo evoquen. Aunque, eso sí, desde las invitaciones hasta el detalle de cortesía.
Lo contrario –un exceso de celo en la representación del tema– puede acabar por convertir el conjunto en algo artificioso y, en el peor de los casos, en una fiesta infantil más propia de un 'cumple' que de una boda.

DIRÁS "SÍ QUIERO"
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Ten un Plan B
Sobre todo, si te casas en un exterior. Sea cual sea la época del año –y por mucho que creas en el pensamiento positivo para que todo salga como deseas–, conviene estar preparado para las inclemencias del tiempo: contar con un espacio techado en caso de lluvia o calor intenso, elegir un lugar resguardado para la ceremonia, pensar en una alternativa a esas preciosas velas que marcan el camino en caso de viento –¿versiones eléctricas, quizás?–... Y, aunque prevenir no es curar, puedes sacar partido de la lluvia regalando unos paraguas personalizados o quitarle hierro al calor con unos abanicos o pulverizadores a juego.
Hazlo tú mismo. O no...
Se lleva el handmade y, en una boda, es una forma muy efectiva de lograr resultados totalmente personalizados y únicos –además de economizar en la factura total–.
No obstante, antes de lanzarte a escribir a mano las 300 invitaciones y confeccionar otros tantos detalles de recuerdo, plantéate algunas preguntas. La primera, ¿qué tal se te dan las manualidades? Si la respuesta es 'no muy bien' o peor, quizás conviene recurrir a la ayuda de un profesional para no acabar con algo chapucero o de aire escolar. Si eres un crack del DIY, aún hay otra cuestión a considerar: ¿realmente, tengo tiempo para hacerlo? Las horas del día son las que son y los preparativos de una boda, muchos, por lo que si te hace especial ilusión, asegúrate de planificarte el trabajo al minuto. Si no, puede que llegue el día 'D' sin haber acabado y teniendo que comprar cualquier cosa en el último momento.