A todos nos preocupa la calidad de los alimentos pero... ¿y la del aire? Descubre cómo puedes mejorar el aire que respiras en tu casa y conseguir un ambiente mucho más sano.
Beber, comer y... respirar. Nos preocupa la calidad del agua o de la comida, pero ¿y el aire? Poco puedes hacer sobre la composición de la atmósfera fuera de casa, pero sí puedes mejorar y mucho la que se respira dentro. Para empezar, evita introducir en casa algunas de las principales fuentes de contaminación. Hagamos un repaso.
El aire contiene partículas perjudiciales
Los muebles y objetos de decoración fabricados con colas pueden emitir gases irritantes y cancerígenos, como el tóxico formaldehído. Los productos de limpieza y ambientadores también liberan compuestos aromáticos que pueden ser perjudiciales. Y los insecticidas dispersan una variedad de agentes tóxicos que no solo matan los bichos, sino que pueden afectar a nuestro sistema nervioso y provocar alergias más o menos graves. A todos estos agentes hay que sumar ácaros, esporas de moho, bacterias, virus..., y las partículas contaminantes emitidas por los coches y las industrias, que entran en casa por las ventanas o adheridas a la ropa y a los zapatos. Todo eso se encuentra flotando en el aire, y aunque visto así asusta, puedes evitarlo.
Quitar el polvo y ventilar
Retira diariamente el polvo de las superficies y cada semana de las zonas menos accesibles (encima, detrás o debajo de los muebles). Además de limpiar es esencial ventilar para reducir la concentración de agentes nocivos. Es mejor hacerlo de buena mañana porque hay menos tráfico y el aire está más limpio. El tiempo que se deben mantener las ventanas abiertas es de, al menos, 10-15 minutos diarios (procura que haya algo de corriente para favorecer la renovación). Por otra parte, cocina con la ventana abierta o con el extractor en marcha para que no aumenten los niveles de monóxido de carbono y de otros gases. Al ventilar también se regula la humedad, un factor que también debes vigilar para crear un ambiente sano.
Humedad y temperatura más adecuados
Cuando la humedad sube por encima del 60% favorece la multiplicación de ácaros, mohos y bacterias. Si dentro de una casa se supera este límite conviene mejorar el aislamiento, la ventilación y, si es necesario, contar con la ayuda de un aparato deshumidificador. Algunos sistemas de aire acondicionado incorporan esta función. Sin embargo, a menudo el problema es el contrario: la deficiencia de humedad. Cuando esta no llega al 40%, las mucosas de la garganta y de la nariz se resecan y es más fácil que los virus se multipliquen. Cuando falta humedad, la piel y los ojos también se resecan y pueden sentirse molestias. Incluso las plantas y los muebles se resienten y sufren.
El calor puede ser un problema
La principal causa de sequedad ambiental en una casa es el exceso de calefacción. Al aumentar la temperatura, se reduce la humedad del aire. Por eso no hay que calentar el ambiente más de lo necesario: en las zonas comunes, como el salón, no más de 22ºC y en los dormitorios, 18ºC.
Mejora
tu manera de respirar
La calidad del aire importa, pero también cómo lo respiramos. Favorece el bienestar de tu sistema respiratorio con uno de estos ejercicios.
Relajante. Haz inspiraciones y espiraciones largas y profundas, siempre por la nariz, durante 5 minutos. Te ayudará a relajarte.
Estimulante. Túmbate boca arriba, inspira y, al espirar, saca todo el aire que puedas. Espera un instante y vuelve a respirar normal. Repite 3 veces.
Cómo puedes limpiar el aire
Plantas en
el dormitorio. Algunas plantas tienen capacidad para eliminar agentes tóxicos del aire. La sansevieria, la drácena y el bonsái de Crasula arborescens son recomendables incluso para el dormitorio, el lugar donde pasamos más horas.
Purificadores muy eficaces. Eliminan esporas
de moho, bacterias, tabaco, ozono, virus, olores, ácaros y polen. Los más eficientes incorporan filtros de carbón activo y HEPA (High Efficiency Particle Arresting). Fíjate en que ofrezca una “ratio de cambio de aire” de 50 a 100 metros cúbico por hora. Algunos aparatos de aire acondicionado incorporan filtros purificadores.
Humedece, más vapor sin calor. Los difusores de vapor por ultrasonidos añaden humedad al ambiente sin calentarlo. Si agregas aceites esenciales de tomillo o eucalipto reducirás el riesgo de contraer resfriados. Además perfumarás la casa.
Y si hay mucha humedad, actúa. En cocinas y baños es conveniente recurrir a los extractores, además de ventilar. En zonas costeras o cuando la humedad responde a un problema estructural de la casa, está indicado un aparato deshumidificador.
Detectores de monóxido. En casas con cocinas a gas o calefacciones de combustible conviene contar con alarmas para detectar niveles altos de monóxido de carbono.