Ponte en modo invierno: así puedes adaptarte al cambio de hora sin deprimirte

 ¡Ya ha salido el sol! No pienses en la tarde, piensa que le has ganado una hora a la mañana ¿cómo la aprovecharás? La luz te activará, te levantarás con más energía. Y si necesitas dormir más, asegúrate que la habitación esté totalmente a oscuras. 

 Si ya es de día, adáptate poco a poco, date tu tiempo. Abrir una luz potente o la persiana de un tirón es agresivo para nuestros ojos y para nuestro ánimo ¿Recuerdas cómo se hacen los interrogatorios en las pelis? Pues evítalo. Tampoco te expongas a la luz de móviles y ordenadores inmediatamente.

Lógicamente, es posible que nos levantemos antes por la mañana y que estemos cansados antes por la tarde, pero si llevamos un ritmo de vida normal (trabajamos durante el día y descansamos por la noche), los problemas suelen ser casi anecdóticos y en un par de semanas estaremos "sincronizados" sin ningún tipo de problema.

Los niños y los mayores lo pueden pasar un poco peor, ellos sí que necesitarán que estos cambios de rutinas de despertarse, dormirse y comer se realicen de forma paulatina. Las personas con problemas de sueño también pueden vivirlos con más nervios y empeorar su sintomatología.

Lejos de verlo como un problema, podemos usarlo como excusa para mejorar algunos hábitos y reorganizar mejor nuestros tiempos. Por las mañanas te despertarás antes y estarás más activa, aprovecha esta energía extra para empezar a hacer ejercicio, por ejemplo. Sentirás que ahora sí que puedes. Si lo hacías por la tarde, igual es buena idea replanteárselo.

 Durante estos días te será mucho más fácil ver en qué momentos tienes energía y en cuales estás más desvitalizada. Aprende a escuchar los mensajes que te manda tu cuerpo y ajusta las actividades que son más exigentes física o mentalmente. Por ejemplo, si puedes, adelanta tu entrada en el trabajo para salir antes de estar agotada. Sentirás que el día no se te acorta tanto. Si no puedes, deja para última hora las tareas menos exigentes. 

Si no puedes ajustar tu horario de trabajo, pasa parte de tus tareas domésticas a la mañana, así ganarás tiempo de ocio por la tarde. Haz las que te piden más esfuerzo, las que te dan más pereza, esas que a última hora de la tarde ya no hay quien pueda con ellas... Deja para la tarde las que te exigen menos, las que te gustan más. O, simplemente, descansa.

 Es imprescindible para asimilar la vitamina D que es la que regula el estado de ánimo. Media hora es suficiente, aunque los expertos no acaban de ponerse de acuerdo porque, entre otras cosas, depende de la cantidad de piel que esté expuesta y de la cantidad de sol... Si no tenemos frío, puede ser un buen hábito arremangarse.

 Evita dormir muchas más horas de lo normal y no caigas en la tentación de hacer la siesta si no la haces normalmente. Y si la haces, no la alargues, pasar de los 20-30 minutos solo nos dejará más cansados. Si sientes que no llegas al final del día, no te lances a los cafés ni a los estimulantes, haz un poco de ejercicio suave por la tarde, te activará. Un pequeño paseo será suficiente. 

  De hecho, muchos nos resentimos más por las comidas que por el sueño. Si no puedes adelantar un poco la hora de comer, asegúrate un desayuno a media mañana y tener a mano tentempiés sanos para no llegar hambriento y agotado al mediodía. De lo contrario, te sentirás sin energías antes de comer y sin energías después si te pegas un atracón.

Más que nunca las lámparas son protagonistas. Las luces naranjas, como las del atardecer (como el fuego, las velas...), activan las hormonas del sueño; las azules, al contrario, nos activa a nosotros, estimulan nuestro cerebro e impiden que se segregue la melatonina. Aprende a usar las luces según te convenga: relax o actividad.