De campo, pero delicado. Rústico, pero luminoso. Rural, pero con una pátina chic. Que el nombre no te confunda: el estilo granja o farmhouse es de esencia campestre y rural, pero pasado por un tamiz chic, convirtiéndolo en un estilo fácilmente adaptable a las casas de campo (y por qué no, urbanas) de hoy en día.

El origen de este estilo decorativo debemos buscarlo en las típicas viviendas de los agricultores norteamericanos del siglo pasado. Lo que en Gran Bretaña serían los tradicionales cottage.

Con muchos puntos en común con el estilo rústico e incluso con el Shabby chic, el farmhouse se caracteriza por crear ambientes muy hogareños con muebles recuperados y de líneas sencillas, mucha presencia de la madera y en su aspecto más rude o natural, piezas tradicionales del campo –en la cocina no pueden faltar una alacena–, detalles vintage, elementos de la naturaleza y objetos reciclados.

¿Que no tienes una casa de campo? No te apures, porque aunque es un estilo de esencia rural, es fácilmente adaptable a una vivienda urbana... siempre que no satures en exceso la decoración, porque las piezas mobiliario típicas de este estilo suelen ser voluminosas y robustas, dos características que no suelen ser muy compatibles con pocos metros.