El aspecto que menos gusta del método KonMari –y que más controversia suele generar– es el de no realizar cambios de armario por temporadas, pero existe otro pequeño detalle defendido Marie Kondo que pasa más desapercibido y del que no se suele hablar demasiado: la organizadora japonesa detesta que haya cosas a la vista. Ni sobre la encimera, ni en la bañera y mucho menos en la habitación o el salón. Pero ¿hasta qué punto hemos de beber de ese importado minimalismo nipón? Las casas son para vivirlas, disfrutarlas y sentirlas propias. Si todo en la vida fuese orden y funcionalidad no existiría el diseño de interiores.
Todo el mundo debería rodearse de plantas; tener a mano sus hobbies preferidos y no despegarse del libro que por fin ha conseguido atraparle con sus historias e intrigas. Y ni qué decir tiene que quien usa la cocina todos los días prefiere no perder el tiempo buscando por los cajones los utensilios habituales o los paños de cocina. Las mantas no siempre tienen que estar guardadas en los armarios (y menos con el frío que hace) y detalles, como dejar preparadas las zapatillas de andar por casa junto a la cama, son un lujo confortable que bien conocen en los hoteles cinco estrellas. Existe una gran diferencia entre tener la casa desordenada y la casa vivida.