Con tan solo pintar, tu casa puede parecer otra. Las paredes y los techos son planos con muchísima superficie, por lo que suponen un gran impacto en la decoración de forma inmediata. Así que elegir el color no es algo que pueda hacerse a la ligera, basado únicamente en una inclinación personal hacia un tono u otro. Conocer sus efectos visuales y espaciales es imprescindible, pues nos pueden ayudar a ampliar un espacio o a hacerlo más acogedor, por ejemplo.
Te ayudamos a elegir el más adecuado para tu casa, con diferentes opciones de tonos para cada gama y los colores que mejor combinan con cada uno. Sigue estos consejos... ¡y acertarás de lleno! Una forma efectiva de renovar tu casa sin tener que cambiar ni un solo mueble. Reforma low cost solo con color. ¿Cuál eliges?
Blanco: amplía e ilumina
¿Vives en un piso mini? ¡Píntalo de blanco! ¿Los rayos del sol pasan de largo sin remordimientos? ¡Decóralo en blanco! ¿Te gustaría que todo se viera más limpio? ¡Pon blanco otra vez! Porque amplitud, luz y limpieza son tres de los efectos que conseguirás en tu casa si la pintas o la decoras en blanco. Pero aún hay más: si lo combinas con otros colores, el blanco los potenciará, igual que conseguirá destacar tu pieza más especial porque se convertirá en un lienzo para ella. ¿Algún punto débil? Su posible frialdad. Combátela eligiendo tonos de blanco roto (empolvados, lino, huevo...).
Combina con...
¡Todo! Para un estilo fresco, mézclalo con verdes, azules o turquesas. Si quieres más calidez, con beige o gris, y si buscas un aire vintage, con tonos pastel.
Azul: para descansar y pensar
En sus tonos más suaves y en los que viran a gris, el azul recrea una atmósfera tranquila que invita al descanso, por lo que es ideal para tu dormitorio, si más de una noche no consigues conciliar el sueño, y el de los niños, sobre todo si son muy nerviosos. Por otro lado, el azul consigue alejar ópticamente las paredes, con lo que los espacios pintados de azul crecen: un buen truco para tener una casa más grande sin hacer obras. También es un buen reflector de la luz y si lo utilizas en tu rincón de estudio, estimularás tu capacidad intelectual.
Combina con...
El blanco. Y también hace muy buena pareja con el color gris, el beige, tonos amaderados y amarillo suave. De hecho lo ideal es combinarlo siempre con otro color.
Beige: cálido, luminoso y atemporal
Lo pongas donde lo pongas, quedará bien. Es el color perfecto para ganar calidez sin renunciar a la claridad. El beige tiene la ventaja (y también la dificultad a la hora de elegir) que cambia de tonalidad según la base que lo domine y la luz que le dé. Es el camaleón de los colores. ¿Una ayuda para elegir el que te conviene? Si te van las piezas de diseño, elige un beige con base gris pálido. Más intenso, si tu estilo es urbano. Y si es más rústico, elígelo con toques de marrón. Ten en cuenta que la luz artificial también lo hará cambiar: si tus bombillas dan luz blanca, elige un beige más intenso del que tenías previsto.
Combina con...
Blanco, creando un espacio muy luminoso. Con chocolate ganará fuerza y calidez; con verde agrisado, elegancia; y con rojos y frambuesas, feminidad y vida.
Del gris luminoso al gris que abriga
Al gris le persigue una fama de triste y aburrido totalmente injusta. Desde aquí rompemos una lanza en su favor. El gris es un color muy personal que puede dar más luz a tu casa en sus tonos más claros o bien más elegancia en los más oscuros. Si no te atreves a pintar todas tus paredes de un gris intenso porque no te sobran los metros, hazlo en una y combínalo con blanco en las otras paredes, el techo y las carpinterías. El efecto será brillante.
Combina con...
El blanco, y queda perfecto si unimos distintas tonalidades de gris. Además consigue armonizar colores distintos entre sí. La madera crea un cálido contrapunto. Es uno de los tándems favoritos del estilo nórdico.
De gran impacto visual, el rojo aporta calidez al espacio de forma inmediata. Cuanto más empolvado o tirando a granate, más sofisticado será. Si lo usas en pequeñas dosis, abrigarás y darás alegría a tu casa. Pero debes ser cauta con él porque dominará el espacio en el que esté. Aplícalo en una pared para rebajar su peso visual y suavízalo con tonos claros en los tejidos y la decoración. Y mejor si lo utilizas en una estancia amplia y luminosa. De noche, se volverá más íntimo con luces tenues, indirectas y de temperatura cálida.
Combina con...
Blanco, en una unión armónica y luminosa. También con marfiles, beiges y grises, colores que suavizan su intensidad y crean espacios más sofisticados.
Verde: para ganar espacio y bienestar
A veces frío y a veces cálido, el verde es un color que agranda los espacios si lo escogemos verde agua y que abriga si es verde oliva o eucalipto. Evoca la naturaleza y esto produce una agradable sensación de bienestar. Además, relaja, así que si eres de las que te dan las 12 sin haber cerrado un ojo, pinta tu dormitorio de verde. Su efecto “valeriana” es innegable. Eso sí, elígelo suave. Si optas por un verde intenso, compensa su fuerza con piezas de madera y tejidos naturales de lino o algodón. Y huye de verdes muy luminosos (con amarillo), porque generan ambientes más activos. Déjalos para habitaciones de juegos o cocinas.
Combina con...
Blanco, para darle luz. Y es la alianza perfecta para sumar frescura a cualquier espacio de casa durante todo el año. Junto con rosa, resultará romántico, y junto con dorados, rojos, granates o azul índigo consigue un aire inglés, colorista y armónico.