Hay clásicos de la repostería que nunca pasan de moda. Y la mousse es uno de ellos. Con más de 3 siglos de historia, las versiones y revisiones de este postre de origen francés han sido (casi) infinitas. A las clásicas mousses de chocolate o café se han sumado sabores frutales, especias, licores... ¿El límite? Tu imaginación y carácter aventurero en la cocina.
La receta que os proponemos es de las más tradicionales, pero no por ello menos tentadora: mousse de fresa. Ligera, refrescante y equilibradamente dulce gracias al matiz ácido que aportan las fresas, es una opción perfecta como postre, desayuno, merienda o incluso tentempié. ¿Te animas?
Raciones: 8 personas
Tiempo de elaboración: 35 minutos
Ingredientes
- 350 g de fresas
- 200 g de nata líquida para montar
- 100 g de azúcar
- 3 claras de huevo
- 1 paquete de gelatina de fresa
Elaboración
Paso 1. Lava las fresas, sin dejarlas en remojo, sécalas y trocéalas. Ponlas en el vaso de la batidora y tritúralas unos minutos hasta obtener un puré liso y homogéneo. Luego, tamízalo para eliminar las semillas.
Paso 2. Monta la nata a medias con varillas eléctricas y mézclala con el puré de fresa. Monta las claras con el azúcar. Incorpóralas a la mezcla de nata y fresa con movimientos envolventes para que no pierdan volumen.
Paso 3. Reparte la mousse en 8 vasitos de cristal, tápalos con film y déjalos en la nevera durante al menos 4 horas. Calienta 250 ml de agua en un cazo, añade la gelatina y remueve hasta que se disuelva. Retírala, agrega 250 ml más de agua fría y mezcla bien.
Paso 4. Repártela en los vasitos, deja en la nevera hasta que cuaje y sirve la mousse.
Un truco
Para que la mousse resulte esponjosa, asegúrate de que no queden restos de yema en las claras.
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