Gabriela Conde

Este piso de Barcelona anteriormente pecaba de ser demasiado blanco y frío, por lo que desde un primer momento su propietaria quiso que fuera mucho más cálido. ¿Cómo se ha conseguido eso? Unificando todas las estancias con tonos neutros, así como instalando una chimenea y una librería de grandes dimensiones.

Aunque la propietaria compró la vivienda hace dos décadas, durante los últimos cinco años la tuvo en alquiler. Ese fue el preciso momento en el que, gracias a la recomendación de una amiga suya arquitecta, contactó con la interiorista Bárbara Sindreu para que le ayudara a hacer posible su sueño: poder presumir de una casa más espaciosa y con más armarios que, por si fuera poco, aprovechara al máximo la luz natural. 

El salón ha cambiado radicalmente gracias a esa librería de grandes dimensiones que ahora preside el espacio. Con su fondo de color, decora. Pero lo cierto es que sirve para mucho más que tener simplemente ordenados los libros.

Tal como puedes comprobar en esta imagen, la parte baja de la librería esconde una práctica zona de almacenaje de lo más espaciosa que invita a guardar todo tipo de mantas y toallas. ¿Verdad que tener algo así es impagable?

La pared de la librería es negra porque la interiorista pensó que eso le daría un toque de mayor sobriedad. Este mueble en concreto cuenta con su propio sistema de iluminación y, asimismo, esconde un pilar.   

Sin contar con el sofá, todo lo que se puede ver en el salón es nuevo, incluso el suelo. Cierto es que tiempo atrás el piso lucía un precioso parqué, pero desgraciadamente lo estropearon por abusar de unos barnices de última generación. Ese es el motivo por el que para esta reforma se optó por un cómodo laminado sintético de imitación roble. 

Más allá de una enorme librería y todo tipo de espaciosos armarios en los que cabe prácticamente de todo, el salón y la cocina con office han mutado radicalmente porque ahora están conectados gracias a una práctica puerta corredera. Esos metros de más alegran la vida a cualquiera.

Tener un office en la cocina facilita mucho las cosas. Tanto a la propietaria como a su marido y sus tres hijos les ha cambiado la vida disponer de un espacio en el que pueden desayunar, comer y cenar siempre juntos. Mención aparte merecen esas luminarias que cuelgan del techo, ya que cada una es diferente y destilan muchísima personalidad.  

Justo la cocina da a un gran parque, así que ahora que la estancia está cien por cien abierta aprovecha al máximo la luz natural de la calle. Sus muebles también han sufrido una gran y funcional metamorfosis. Sin ir más lejos, los cajones tienen diferentes alturas, por lo que se ajustan mejor que nunca a aquello que se quiera guardar. 

Para dar mayor personalidad al dormitorio y sumar armarios donde parece que era imposible, la interiorista planificó un armario tipo puente que huye de lo convencional. Con un diseño moderno, camufló su imagen pintándolo del mismo color que las paredes y con frentes lisos. Mientras, a la zona que enmarca la cama le dio ese personalísimo color negro. De hecho es el mismo negro que el del fondo de la librería y de la chimenea. 

Como te habrás dado cuenta, esta es una casa con armarios en cada rincón, pensada para guardar cómodamente. Sin duda, el que más le gusta a la propietaria es el de su dormitorio: de pared a pared y con un completo armario en el distribuidor destinado a los zapatos. ¡Qué envidia!

 Sus texturas son tan dispares y a la vez tan complementarias que parece que nacieron para existir juntos. La suavidad y pulcritud del microcemento de la isla vs la rugosidad e imperfecciones de los taburetes sin tratar. Mobiliario de cocina de Sais Carpintería, taburetes de Mercantil, lámparas de techo de Westing, grifería de Grohe y frigorífico del Smeg.

 Cualquier pieza restaurada regresa a la vida con mucha más fuerza si pintas alguna de sus partes de color verde. Es el color más relajante ¡y muy pero que muy vistoso! Este tocador es el rey del salón en un duplex reformado por las arquitectas Esther Roselló y Cristina Balet.