El sueño de los propietarios de esta masía centenaria era poder disfrutar de una piscina en el jardín. Para que el sueño se hiciera realidad, y tras reformar la casa, se embarcaron en la aventura de sustituir la antigua alberca por una piscina rodeada de un porche en “L”. Este porche, con estar, comedor y cocina, suma elementos recuperados, ingenio y un mimo especial por los detalles. Y su distribución en “L” permite a la familia disfrutar de vistas a la piscina y al amplio jardín desde cualquier rincón.
Para la construcción del porche se aprovecharon unas columnas de piedra recuperadas del siglo XVIII que se completaron con el techo de vigas de madera y el suelo de toba manual cocida. Bajo los cimientos del porche se construyó una balsa que recoge el agua de la lluvia y se aprovecha para regar el jardín. "¡Reciclar es importante!", pensaron sus dueños. Una vez confeccionado el esqueleto del porche, la interiorista Elena Jiménez asesoró a los propietarios a decorar y escoger los muebles de exterior.
En un lado del porche se dispuso el comedor de verano, que se convierte en el centro de la vida familiar durante los meses más calurosos. En un extremo de éste se recuperó una pila de piedra a modo de fuente, y en el extremo opuesto, se habilitó una completa cocina que dispone de plancha, parrilla y vitrocerámica, un fregadero antiguo de mármol y una gran campana confeccionada con travesaños procedentes de vías de tren.
En el otro lado, se ubicó un amplio estar en “U”, delimitado por dos bancos en ángulo y unas tumbonas. En la elección de estos muebles se primó la belleza de la teca natural así como los textiles en tonos claros. Las fibras naturales para muebles y complementos actúan de contrapunto actual en este porche de carácter rústico.