Agradables comidas bajo un cielo de vigas y flores, tertulias con vistas al jardín, tardes de lectura al aire libre... el porche propicia mil actividades con la naturaleza como telón de fondo.
Cuando las dimensiones lo permiten, lo más práctico es diferenciar varias zonas con muebles apropiados a cada uso. Una distribución en “L” como la de la foto, o una decoración que acote claramente los distintos ambientes, es el mejor modo de lograrlo. Además, permite encontrar la sombra o el sol en función de la época del año.
Para el exterior, expertos como Rafael Barea, de Unopiù, recomiendan maderas como el pino nórdico por su resistencia a la intemperie e innovaciones “como el aluminio sin punto de soldadura".
A cada porche, su trepadora
De hoja caduca. Son las más recomendadas en los climas más fríos: al perder sus hojas en otoño, no impiden el paso de los rayos de sol hasta el porche y la casa. Bignonias, parra virgen, glicinas, hortensias trepadoras y buganvillas pertenecen a este grupo.
De hoja perenne. Indicadas en climas cálidos, en los que conviene crear ambientes frescos buena parte del año: hiedra, dama de noche, bignonia de invierno, jazmín...
Crecimiento. La media es de 1,5 m/año. Algunas especies, como la hiedra o la parra virgen, se adhieren a la pared. Las hay que se enrollan en los soportes con sus tallos y otras necesitan tutor.
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