Parece que hemos llegado a la Provenza francesa: nos recibe una sala natural, rústica, cuidada, mimosa. Y el jarrón lleno de lavanda que aromatiza la estancia lo enfatiza.La estancia es recogida, cálida y muy luminosa gracias a las extraordinarias puertas acristaladas, con carpintería de un suave verde pálido, que nos recuerdan que fuera, hay verde, mucho verde.
La decoración de inspiración francesa crea una combinación perfecta al unirse con el alma rural de la casa, de vigas, con piedra natural en su exterior.
La sala se divide en dos ambientes a usar según las necesidades de cada momento: uno en invierno, ante la chimenea, disfrutando de la chaise longue con un chocolate caliente entre las manos; otro, de tertulia, de cháchara con las amigas repartidas entre el sofá, la butaca y el puf.
Una selección muy cuidada de tejidos naturales -los que debemos usar si queremos respetar nuestro planeta- compone una atmósfera refinada, acogedora y, al mismo tiempo, respetuosa con la tradición. Los linos y los terciopelos –en verdes y malvas– de las tapicerías se alían con las maderas sin barnizar y las alfombras de fibra, creando un entorno muy natural y envolvente, cómo en medio de la campiña.
¿Te gustan las chaises longues? Cuéntanos si tienes una en casa en los Comentarios.