Decoración auténtica, casi, casi, con D.O. mallorquina. Así mimó a este salón su orgullosa decoradora, Talis Waldren: “Hemos utilizado las técnicas manuales típicas del lugar, pero dándoles un estilo determinado. Por ejemplo, hemos pintado la pared de un blanco roto: es un color cálido y no deslumbra tanto con el sol. El suelo –radiante, fíjate que no hay radiadores– es de terracota con baldosas hechas a mano. Para las cortinas, hemos optado por barras de hierro forjado realizadas por un herrero de aquí. Como lámparas de luz indirecta, hemos recurrido a tejas antiguas en casi toda la casa, y las puertas, con cuarterones y cristaleras típicos mallorquines, lucen picaportes de diseño clásico local”, explica la decoradora. El mobiliario, muy ligero y de tonos claros, aporta frescura a toda esta artesanía, normalmente con mucho peso.
Desde el recibidor se puede ver, a uno y otro lado, el salón y el comedor con sendas chimeneas. “La casa es alegre y veraniega, pero las chimeneas invitan también a pasar el invierno”, recuerda Talin. Y es que la interiorista, aunque estadounidense de origen, se ha criado siempre en esta localidad mallorquina, Deià, de donde no se quiere separar. Y donde quiere que sus propietarios, una pareja de ingleses con hijos ya mayores, también pasen los meses de más frío. ¿Y para conseguirlo? ¡Las chimeneas! Son iguales, realizadas de obra con doble blanco y están situadas una enfrente de la otra. “Me encanta hacer fluir los ambientes, por eso hemos eliminado las puertas. Aquí, todo se comunica con todo. Desde el salón, se ve el comedor-cocina, y viceversa”, comenta Talin. Los muebles, la mayoría franceses, están decapados. “Son más ligeros que los típicos mallorquines, que suelen ser más sobrios y oscuros.”
El comedor está integrado totalmente en la cocina, formando un único ambiente. “Los dueños de la casa disfrutan de las reuniones con amigos en las que comparten charlas mientras uno de los dos cocina”, comenta Talis. La decoración juega con los colores de las contraventanas –verde aguamarina– y también con el blanco. Las cortinas, como en el salón, son dobles: “La interior, un visillo ligero, sirve para protegerse del sol”. Los toques ingleses están presentes en los estantes volados y la lámpara de araña. Cómo no. Un guiño al matrimonio de su tierra natal.
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