Paula y su familia han querido recrear un ambiente clásico del norte de Europa para el salón de su casa –construida en 1922–, pero “con una pincelada de transparencia, ligereza y modernidad”, explica Paula. Para lograr esa sensación han recurrido al color blanco. Éste está omnipresente en todos los elementos: paredes, techo, mobiliario, alfombra, chimenea... Esta monocromía, a modo de lienzo, permitió realzar los cuadros de Paula, que es pintora, y la mesa de centro, adquirida en un anticuario y realizada con una ventana antigua. ¡Qué mejor que reaprovechar materiales!
Un gran ventanal en arco de medio punto, que se abre al jardín, proporciona luz y frescura al salón, y el parquet es el encargado de dar ‘calor’ a la estancia, además de ser el tipo de suelo más ecológico que existe.
Para conseguir que fuera aún más acogedor, el aire clásico de las molduras del techo y el zócalo se suavizó con unos sofás de líneas sencillas.
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