A la hora de diseñar el dormitorio infantil, tienes que hacerlo teniendo en cuenta la altura y el punto de vista de un niño, esto es entre 86-110 cm. Aplícalo para colocar cuadros, estantes y espejos a su medida. Con los juegos y juguetes habría que seguir la misma clave. Conviene guardarlos a su altura para que puedan cogerlos (y guardarlos) con libertad. Para ello usa cajas, cestas y baúles bajos, algo que además te permitirá tenerlos como cómplices para recogerlos.
Y para su ropa, coloca armarios y percheros a los que lleguen con comodidad; te sorprenderá su autonomía para vestirse y su capacidad para guardar su propia ropa desde tan solo los 2 años. Si además cuentan con una zona accesible para los disfraces, mejor que mejor; haz que no queden relegados a Halloween o a los carnavales, ¡que los disfruten todo el año! Destina las zonas superiores a las que no llegan a la ropa de otra temporada.
Antes de comprar muebles, toca pensar en las etapas de crecimiento y en qué se necesita en cada uno de estos períodos:
De 0 a 2 años
En este periodo el mobiliario que más utilizarás se centrará en dos actividades básicas: la de dormir y cambiar la ropa. Si al distribuir el espacio de la habitación queremos pensar en futuro, toma medidas para que el lugar que tiene la cuna pueda ser luego ocupado por una cama, y el espacio del cambiador por un escritorio. Esto también condicionará el lugar que ocupan las lámparas, de manera que la distribución sea más estable.
Ahora también debes pensar en el almacenaje, tanto de ropa como de juguetes. Si compras un armario demasiado justo, pronto se nos quedará corto, ya que, aunque la ropa de niños es pequeña, seguramente tengamos prendas que queramos guardar que ya no le sirvan, además de otras que hayamos heredado y aún sean grandes. Un truco puede ser poner dos barras paralelas para colgar ropa que, cuando crezcan y su ropa sea más larga, podremos dejar solo en una.
De 3 a 6 años
Si habíamos elegido una cuna evolutiva, transformable, este cambio de etapa será muy sencillo. Con el cambiador también, si hemos elegido un modelo que se convierte en escritorio o que simplemente quitando la colchoneta se quede en un bonito mueble de almacenaje.
Tener un escritorio en esta etapa es importante. Si desde pequeños se acostumbran a un sitio fijo para sus tareas, ahora enfocadas en el juego, con el tiempo se convertirá en el lugar en el que hagan los deberes. De esta manera, no asociaran este rincón con algo aburrido, sino que sentirán que aprender es seguir jugando.
Contar con espacios concretos donde guardar sus cosas hará que sean más ordenados y creará rutinas desde bien pequeños que se harán costumbres.
De 7 a 12 años
No apuestes por pintar la habitación o escoger muebles con motivos demasiado infantiles, ya que cuando entren en esta etapa lo agradecerás. Los vinilos pueden ser una buena solución a este problema: son sencillos de actualizar y podemos ir cambiándolos para que se adapten a cada edad.
El lugar preferido de los niños para jugar es, sin duda, el suelo. La madera es un clásico, pero materiales contemporáneos como los laminados ofrecen superficies cálidas y sencillas de mantener. Y las recurrentes alfombras, que sean suaves, que puedas meter sin problema en la lavadora y resistentes.
De 13 a 18 años ¡La temida adolescencia!
Llagados a este punto, si hemos sido prácticos a la hora de elegir el mobiliario, este puede seguir vigente. Con un cambio en los textiles, en los accesorios y, quizás, pintando de un nuevo color, el preferido del ya no tan peque, podemos lograr un cambio radical en el cuarto que refleje sus gustos.
La habitación de nuestros hijos debe acompañarlos en su crecimiento y para eso es crucial crear de buenas a primeras una buena zonificación y elegir un mobiliario versátil. ¿El objetivo? Que los cambios que realicemos según vayan creciendo no impliquen tener que deshacerse de todo en cada etapa.