Hemos hablado con Lara Gómez, especialista en Psicología Positiva y de la Educación de Aprende en Positivo, y no sólo nos ha dado unos cuantos trucos decorativos para facilitar que nuestros hijos duerman mejor sino que también nos ha dado unas cuantas pautas para facilitar el proceso de ir a dormir.
Antes del año
Según la psicóloga, a partir de los 6 ó 7 meses todos los niños deberían de ser capaces de acostarse sin llorar y con alegría; conciliar el sueño por sí mismos; dormir entre 11 y 12 horas de un tirón y hacerlo en su cuna y sin luz (con la licencia de las luces quitamiedos).
Primera infancia
Hacia los 2 ó 3 años, la cosa cambia. Los niños "se dan cuenta muy bien de las situaciones, y si no están bien establecidas las pautas del sueño, puede ser una edad en la que aparezcan problemas a la hora de irse a dormir. Pasan muchas horas fuera de casa y eso les puede ocasionar cierto estrés. Les resulta cansado y además pueden estar añorando a los padres". Por eso, muchos se resisten a la hora de irse a la cama. "Les cuesta entender por qué ellos se han de ir a la cama y los padres no. A veces se ponen muy tozudos y la hora de acostarse se convierte en un drama familiar en el que acabamos todos agobiados, cansados y desesperados, ya que no debería de durar más de 30 minutos".

Fisiológicamente un niño pequeño entre 1 y 7 años, debería irse a dormir cuando no hay luz de sol, es decir, alrededor de las 20h en invierno y 21:30h en verano. Si tenemos en cuenta que cada fase del sueño dura aproximadamente 3h, a las 23h ya se ha saltado la primera fase y le costará más conciliar el sueño estructurado y de buena calidad.
Por lo tanto, empezamos el proceso de reeducación del sueño. "A partir de ahora lo que importa es la actitud con la que nos mostremos delante de los niños. Han de percibir seguridad, tenemos el control de la situación", concluye Lara Gómez.
Los consejos
- Establece una rutina desde el inicio (la que sea ajuste más a tu familia). Por ejemplo: baño-cena-cuento-lavar dientes cuando son más mayores-dormir
- Han de percibir que no hay ninguna prisa en que se duerman y que además velarás por ellos toda la noche
- Atmósfera relajante: acostarlos siempre en su cama con una luz tenue que permita leer un cuento. Dejar la habitación con las puertas abiertas. Sin televisión ni juegos después de cenar.
- Llevarlos a dormir inmediatamente: El cuento para ir a dormir será siempre el mismo. A los niños les gusta saber lo que pasará, les da seguridad y así se relajan con más facilidad.
- Interrumpir la lectura 3 veces, siempre en las mismas páginas para salir de su habitación y realizar acciones que pueda identificar (ponerte el pijama, la bata, las zapatillas).
- Crear un código secreto entre vosotros: Explicarles que aunque se hayan dormido irás a arroparles, 3 veces durante la noche y que para que lo sepan, le pondrás un lazo al muñeco con el que duermen o les dejarás un objeto personal en la mesita de noche.
Al final, todo ayuda. Sobre todo la paciencia, tomárselo con filosofía y buen humor. Los años pasan volando y seguro, segurísimo, que algún día se convertirán en unos lirones adolescentes. Y ya sabéis el dicho de que la venganza es un plato que se debe servir frío.