Equipar el recibidor con una alfombra es siempre un must, porque viste este espacio, lo enmarca visualmente y, además, ayuda a atrapar la suciedad de la calle. Los kilims, las alfombras de algodón o las de yute, por ejemplo, serían una buena opción. Un consejo: conviene que la alfombra tenga, como mínimo, el ancho de la puerta de casa, para así no tropezar con los laterales al salir o al entrar, y muy finitas, para que no sea un obstáculo para abrir la puerta.
Mueble restaurado por el propietario y alfombra de Ikea.