Este dormitorio juvenil se encuentra en una de las estancias privilegiadas de la casa, con tres balcones a dos fachadas y unas vistas preciosas de los bosques vecinos.
“La habitación tiene mucha luz y una superficie generosa que nos permitió situar el cabecero apartado de la pared y crear detrás de él una zona de vestidor –explica la decoradora Isabel López Quesada–. Por su parte trasera el cabecero tapizado sirve de pieza de apoyo. Es una distribución muy práctica, ya que permite tenerlo todo a mano y con comunicación hacia la zona de las camas”.
El armario lacado en blanco y la mesilla de noche, en rosa pálido, aportan un delicioso aroma romántico.“La mesilla es en realidad una cómoda pequeña y la situamos justo frente a una de las puertas balconeras, formando el eje central de la habitación”, señala Isabel, que firmó el proyecto junto a la arquitecta Marta Marín.
El pavimento es de lamas anchas de roble y las paredes se pintaron a mano con púas, con esmalte mate, formando listas verticales en marrón y blanco.
En la zona de vestidor, una puerta da paso al baño, con su propio balcón sobre el paisaje y con un aire clásico que se identifica con del dormitorio. “El tocador es una mesa antigua decapada, sobre la que situamos un lavamanos exento, y el espejo lo adquirió la propietaria en un anticuario –comenta la decoradora–. Para el suelo nos decantamos por una piedra belga similar a la pizarra”.
Recuperar con técnicas decorativas
Paredes a rayas. Se pintaron a mano con la técnica decorativa del peinado. Con ayuda de una púa y esmalte mate se crearon líneas verticales anchas de apariencia envejecida.
Tocador y lavabo. La mesa antigua se recuperó decapándola y poniéndole nuevos tiradores. Luego se transformó en un pequeño tocador con un lavamanos exento.