Los muros de piedra originales de esta casa restaurada conviven con lo último en mobiliario y electrodomésticos. Lo vemos en su cocina, la estancia más vivida de la casa.
Hasta hace poco tiempo, esta casa era un molino en ruinas en la comarca vinícola catalana del Priorat. Tras una sabia restauración que respetó los muros de piedra originales, se ha convertido en una vivienda cómoda y luminosa que tiene en la cocina su estancia más vivida.
La autora del proyecto es Agnès Blanch, del estudio Mimim. “Le destinamos una superficie muy amplia, ya que debía realizar dos funciones. Por un lado, es la cocina familiar de la pareja propietaria, y como tal tiene las características de funcionalidad y calidez necesarias. Pero el espacio tenía que cumplir otro requisito, que es ser lo bastante grande y contar con las prestaciones y el equipamiento para albergar pequeños actos sociales relacionados con el mundo del vino, como presentaciones y catas, ya que los propietarios elaboran y comercializan sus propios vinos”, detalla Agnès.
Donde el techo es más bajo, se ha situado la isla y un frente de almacenaje con el frigorífico y los hornos. El mobiliario laminado con canto de aluminio y la encimera de Silestone, todo en gris, refuerza el aire profesional de la cocina. La nota cálida la ponen el pavimento de toba instalado en espiga y la mesa alta de roble claro, una prolongación de la isla. Esta zona de office, el comedor familiar, se ha situado bajo la ventana, donde el techo ya está a doble altura. La gran vinoteca que lo preside refleja la pasión enóloga de los propietarios, que en la planta subterránea disfrutan de una bodega perfectamente equipada.
Un muro forrado de madera de pino y que se prolonga hasta las escaleras sirve para separar la cocina del comedor, que a su vez se abre hacia el salón, el porche y el jardín. “La circulación entre las zonas es muy fluida y los espacios muy holgados para facilitar el movimiento de las personas, incluso cuando se reúne un grupo numeroso –explica Agnès–. Equipamos el comedor con dos grandes mesas de roble macizo que pueden unirse o separarse según las necesidades de cada momento. De hecho, toda la planta se diseñó con un criterio unitario y con la versatilidad como objetivo principal”, concluye Agnès.
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