Los paneles acristalados correderos permiten abrir esta cocina al exterior y disfrutar de la luz y el paisaje.
La arquitecta María Rodríguez-Carreño tenía una idea muy precisa sobre cómo iba a ser esta casa cuando empezó a dibujarla. “Está esculpida por los patios. No se sabe donde están los límites del interior y el exterior, la arquitectura abraza a la naturaleza y la introduce en casa. Una caja blanca principal envuelve a otras cajas más pequeñas, también blancas o de hormigón, todo ello trufado por la presencia de patios a los que las estancias se abren mediante grandes ventanales”.
En este proyecto arquitectónico atrevido y espectacular, la cocina ocupa un lugar destacado, en el centro del espacio principal. “La cocina se independiza del salón gracias a un porche de hormigón que está mitad dentro y mitad fuera. En el interior acoge la completa zona de trabajo, en el exterior, el comedor de verano”.
Creada para una pareja con dos hijos, a los que les encanta recibir invitados, la cocina se organiza en torno a una gran isla cuadrada. “Era fundamental que pudiera utilizarse por varias personas al mismo tiempo, con movimientos fluidos, tanto los interiores como hacia el comedor o el exterior”, señala María. La isla, de aluminio oscuro con cantos de aluminio claro y la encimera de acero inoxidable, incluye el fregadero y la zona de cocción, equipada con una campana retráctil instalada en la encimera que se eleva automáticamente cuando se conecta el fuego. En la zona más cercana al patio la isla incorpora una barra de nogal con dos taburetes. Un frente del mismo gris metalizado acoge la despensa, y uno blanco oculta los electrodomésticos, perfectamente panelados. Cuatro focos encastrados en el techo de hormigón proporcionan la iluminación necesaria.
Los usuarios de esta cocina siempre pueden elegir entre dos comedores, según invite el tiempo:
El interior, de líneas muy contemporáneas, cuenta con piezas que María seleccionó cuidadosamente. “La mesa es el modelo B, de Konstantin Grcic, con superficie de roble y patas de aluminio. Está inspirada en el diseño de las alas de los aviones y es a la vez cálida y ligera; si la miras por el lado largo el sobre parece una lámina finísima. Las sillas de Charles Eames para Vitra son cómodas y bellas, sus patas juegan visualmente con las de la mesa”. Los grandes paneles acristalados están diseñados para desplazarse y dejar el espacio completamente abierto.
El comedor exterior puede situarse según convenga, bien al sol, bien a la sombra del porche de hormigón. Y siempre, se esté donde se esté, en esta cocina se disfruta del precioso paisaje que abraza la casa por sus cuatro costados.
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