Un suelo de mármol blanco y negro es el detalle clave de esta cocina que fusiona con gran equilibrio ayer y hoy.
El proyecto estaba claro. Cuando Rocío Montesino-Espartero, responsable del estudio de interiorismo Rocío Montesino, se enamoró de su nueva vivienda, la reforma de la cocina era urgente. “La finca data de 1900, es un edificio centenario del Ensanche barcelonés y la casa tenía grandes posibilidades, pero la cocina, por ejemplo, ¡aún conservaba los antiguos fuegos de carbón!”, dice Rocío. “Mi objetivo era llevarla a nuestros días pero respetando algunos materiales, como si rindiera homenaje a la larga trayectoria del edificio”, explica Rocío. Por eso eligió el mármol como pavimento. “Es un material que se utilizaba mucho entonces y es sencillo de conseguir”. Así pues, el mármol macael fue una de sus primeras elecciones, y decidió combinarlo con piezas también de mármol, pero en color negro, a modo de damero. “Justamente buscaba ese efecto, porque también era como un símbolo de ese revival. Sobre este damero, el resto de elementos destacan de manera equilibrada, en especial todo el mobiliario, de madera lacada de tono piedra, con tiradores de acero inoxidable, muy actuales, siguiendo el juego de memoria y de renovación que respira toda la cocina.
“En origen, estaba muy compartimentada. Tenía una alacena y un lavadero. Esa distribución la empequeñecía y le restaba luz, así que tiré todos los tabiques y creé un espacio diáfano”. A la cocina se accede por un pasillo que conecta con el comedor. En él nace un mueble de poco fondo –que sirve como barra de desayunos y comidas de diario, con armarios para guardar las vajillas y la ropa de mesa– cuya encimera se prolonga como mesa del office. Este comedor de diario marca la circulación, el uso y la vida en la cocina. “Me encanta cocinar y somos familia numerosa”, explica la propietaria.
El antepecho de la extensa zona de trabajo también es de mármol y, junto con la encimera, se le dio un acabado apomazado “que evita que se manche o se raye”, sugiere Rocío, y añade: “Este tratamiento, para las cocinas, es mucho más funcional que el pulido, pues el brillo, con el uso diario, no presenta la misma resistencia y las manchas se hacen muy evidentes”. La pared, pintada en un gris verdoso, aporta una relajante atmósfera respaldada por la iluminación artificial: unos apliques a ambos lados de la campana, linestras bajo los armarios altos, focos empotrados de bajo consumo y luz cenital para el office. “Pero la luz natural no es menos importante”, puntualiza Rocío, y concluye: “La cocina dispone de dos amplias ventanas que también se trataron inspirándose en los ambientes de antes”. En definitiva, ayer y hoy fusionados con total acierto.
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