Abierto al dormitorio, este baño es un buen ejemplo de cómo sacar partido a un espacio pequeño sin renunciar a nada. Tiene incluso vestidor e inodoro independiente.
Nunca subían a la buhardilla. “Era un espacio incómodo, muerto”, recuerda Isabel, la propietaria de esta suite. Pero todo cambió con los niños. Mientras fueron cuatro, todos dormían en la segunda planta, pero cuando supieron que llegaba uno más a la familia, la solución estuvo clara: reconvertir el desván y ganar espacio para todos. Mar Ramis y Emma Aubert lo hicieron posible con ingenio y buen gusto.
Un lugar para desconectar
“Hemos ganado en espacio, en comodidad y en intimidad. Cuando pongo los niños a dormir y subo, desconecto. Y me hace sentir muy bien, porque tanto los colores como los materiales son muy suaves y naturales”, dice Isabel, que eligió el microcemento porque quería una superficie sin juntas para que el baño quedara más integrado en la habitación. Al estar abierto al dormitorio, la elección del color también fue importante: se decantó por un gris piedra que combinaba con el gris azul de la pared del cabecero.
Espacio para dos... de verdad
La reforma consiguió sacar partido de cada cm y la pareja disfruta, incluso, de un vestidor para cada uno. Para él, a la entrada del dormitorio, y para ella, en el propio baño. ¿Y no es demasiado armario para pocos metros? Para nada. Son discretos, en blanco roto, y no llegan al techo, lo que da más sensación de espacio, especialmente en una planta abuhardillada, y facilitan el paso de la luz. Una claridad que se filtra desde el tragaluz del baño y la ventana del dormitorio, con vistas a la terraza. Sin duda, un rincón ideal para relajarse y desconectar.