Con la entrada de luz, la bañera se hizo la reina del espacio y a su alrededor, todo se dispuso para estar y disfrutar. Foraster Arquitectos lo consiguió de la mano de la propietaria de la casa, que escogió algunas de las piezas principales para equiparlo. “Abrimos una ventana que amplió muchísimo el espacio y a partir de ahí, todo fue encajando en el cuarto de baño”, nos cuenta la arquitecta Cristina Ybarra, del estudio Foraster Arquitectos.
Para empezar, la bañera, que es la pieza fundamental de la estancia, lo primero que se ve al entrar. Se situó bajo la ventana, en la zona más soleada, porque puede convertirse en tumbona cerrando las placas que, cuando están abiertas, son reposacabezas.
Lavamanos sin espejo
A ambos lados de la bañera se ubicaron los lavamanos, sin pared ni espejo, para no obstaculizar las vistas. La zona de tocador se diseñó aparte, acatando una petición expresa de la propietaria: un funcional cajón volado que se encuentra justo a la izquierda de la entrada. Es de DM lacado: “Lo hicimos a medida, volado, como una balda con cajones”, y lo completaron con un gran espejo que llega hasta el techo y multiplica la luz y las vistas.
Frente al tocador, la sauna, que también encargó la propietaria personalmente y que, revestida íntegramente en madera y cerrada con puertas de cristal, es el contrapunto cálido al blanco que domina el baño.
Potenciando la luz
El mármol, algo frío, aquí se convierte en un aliado de los metros y la luz. “Las diferentes alturas del espacio fueron determinantes para utilizar el mármol blanco y ganar amplitud. Y por otro lado, ya es un baño cálido porque entra mucha luz, y el mármol la potencia”, dice la arquitecta. El blanco está presente también en la pintura y el screen, que tamiza la luminosidad cuando es muy intensa. “Hacer un cuarto de baño es como hacer un puzzle”, dice Cristina. Y en esta estancia, todas las piezas encajan de forma perfecta y bella.