El propietario de esta casa es Max Pozzoni, un enamorado de Ibiza que buscaba en la isla un refugio donde pasar sus días de descanso. “Quería una casa de campo, rodeada de naturaleza, pero al mismo tiempo de estilo contemporáneo y muy confortable. Aquí encontré la respuesta perfecta a mis deseos”, explica.
El baño principal forma, junto al dormitorio, una de las estancias preferidas de Max. “Es un conjunto único; el dormitorio, con tres paredes completamente de cristal se abre al jardín sin complejos, y se comunica sin barreras con el baño, que incluye el vestidor, un tocador doble, ducha y un cuarto con inodoro y lavamanos. Fijaos que el baño es casi tan grande como la habitación, eso da una idea de su importancia”.

Bien integrado
Un baño abierto tan grande como el dormitorio
La luz y el entorno son invitados a entrar a través del gran ventanal mientras la orientación sudeste saca el máximo provecho a la cálida luz de la mañana. El color blanco es, sin duda, la seña de identidad de la estancia. La pintura de las paredes, la madera del tocador y de los armarios, la piedra caliza del pavimento… “Me encanta cómo transmite sensación de limpieza y amplitud, cómo refleja la luz exterior. Además, recoge la tradición de las casas de campo ibicencas y, como dice el arquitecto autor del proyecto, Bruno Erpicum, un edificio blanco es el que mejor se pone al servicio de la naturaleza que lo rodea”.
La ducha, de obra, se encuentra tras un gran panel de cristal: “No quise bañera, no la utilizo. Soy deportista y prefiero una ducha grande y cómoda”. Su propietario define con precisión y acierto este baño como “un magnífico ejemplo de equilibrio entre espacios, materiales y luz”.