Tal y como hicieron con toda la casa, Marta y Francisco proyectaron al milímetro el baño que incluía el dormitorio principal y el vestidor de su nueva vivienda. Tenían claro que el punto de partida tenía que ser apostar por la luz natural: “Queríamos poder ver el jardín desde cualquier rincón de la casa, es una sensación muy agradable”, nos explica la propietaria. El arquitecto Luis Brugal y el constructor Francisco Requena, responsables del proyecto, materializaron este deseo proyectando grandes ventanales que rodean la estancia. El aire cálido y acogedor que respira el baño lo consiguieron con la ayuda de las interioristas Pía Fusté y Francina Salom. El secreto de su éxito fue conjugar las paredes en tonos piedra, recubiertas a media altura con mármol, con la omnipresente madera que recorre el suelo de roble, las vigas, las ventanas y hasta los muebles principales, como el bajolavabo doble o los armarios.
Un baño para compartir
Marta y Francisco, los propietarios, tienen horarios similares, así que iban a coincidir en el baño a las mismas horas. Era fundamental duplicar los elementos. Por ello, el tocador cuenta con doble lavamanos y bajolavabo, la zona de aguas está equipada con bañera y ducha y el vestidor tiene dos armarios enfrentados, uno para cada miembro de la pareja.
Práctico y estético
Al tener una distribución abierta, para ganar intimidad, el inodoro se emplazó justo al lado del tocador y se independizó con un murete a media altura de la misma madera que el suelo. La bañera, que aprovecha el espacio bajo la ventana, se ha encastrado en una estructura de mármol que destaca su presencia y, a la vez, sirve de repisa para geles y toallas. Las alfombras zonifican el espacio y se encargan de las transiciones en este baño en suite.