Estos son los cinco puntos en los que debes fijarte antes de decidirte por una mampara:
1. El sistema de apertura
¿De qué sirve que no caiga ni una sola gota fuera de la ducha si cada vez que tienes que entrar en ella tienes que hacer contorsionismo? Asegúrate de que la mampara que eliges ofrece un fácil acceso en función del espacio disponible en tu baño.
- Las más cómodas son las de apertura batiente, porque ofrecen un paso amplio.
- Si no hay hueco libre alrededor, mejor elige un modelo que abra también hacia el interior, para que no tropiece con nada.
- Las correderas es que no necesitan espacio libre para su apertura y se adaptan a casi todo tipo de formas de platos de ducha.
- Las plegables tienen hojas que se recogen sobre sí mismas, tanto hacia adentro como hacia fuera, y permiten aperturas más amplias.
- Las mamparas fijas son las más sencillas y económicas.
2. La forma y el tamaño
La mayoría de mamparas acaban realizándose a medida, para adaptarse al hueco disponible, pero hay que tener presentes unas dimensiones mínimas.
El paso a la ducha debe ser como mínimo de 50 a 60 cm mientras que la altura más habitual es de entre 1,80 y 2 m de alto.
La forma de la mampara deberá adaptarse a la del plato de ducha.
3. La perfilería
El aluminio es el material estrella. Procura no escatimar en este aspecto, ya que un perfil de calidad te garantiza una larga vida para tu mampara.
Junto a perfiles cada vez más finos e invisibles, los lacados en negro se abren paso, así como dorados y acabados mates, a juego con griferías y accesorios.
4. El vidrio
El vidrio templado de seguridad es el más empleado.
Por otro lado, los diseños al ácido o serigrafiados aportan privacidad y disimulan las marcas de salpicadura.
5. La limpieza
Hay mamparas que incorporan un acabado específico de limpieza. Generalmente, consisten en tratamientos superficiales que hacen que el agua resbale más y quede la menor cantidad de gotas posibles sobre el vidrio tras la ducha, de modo que se reducen los depósitos de cal sobre el vidrio y estos son más fáciles de eliminar.
Pese a que no se trata de soluciones de autolimpieza, reducen el tiempo dedicado a su mantenimiento hasta en un 80%.