“Paso horas aquí”. Estas tres palabras de Montse, la propietaria, son la mejor presentación de este baño, en una casa rehabilitada de un pueblo ampurdanés. El responsable de la obra es el interiorista Alex Peña: “Nuestro objetivo fue transformar una edificación del siglo XVIII en una vivienda cómoda, actual, cálida y funcional, donde un matrimonio y sus dos hijos pudieran vivir todo el año".
"Conservamos aquellos elementos que lo merecían, como el techo envigado, y renovamos al completo la distribución, con la creación de espacios diáfanos y relacionados, y abriendo huecos por los que entra la luz”.
El baño se une al dormitorio mediante una amplia abertura sin obstáculos. “Concebimos las dos estancias como un espacio único, idea que se ve reforzada con el uso común de los tonos beiges claros y blancos, y también por el parquet de roble”, señala Alex.

¡Viva la luz!
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La amplia ducha, con paredes y suelo de microcemento, está tras un murete con cristal en la parte superior, mientras que los sanitarios se ubican tras un segundo murete que hace funciones de “cabecero” de la bañera. El tocador doble es también de obra, encalada y pintada igual que las paredes. Y la pared del espejo no llega hasta el techo: “Así acentuamos la sensación de espacios abiertos, dejamos pasar la luz y enfatizamos la presencia de la cubierta de vigas de madera”.
Sobre la bañera, un amplio ventanal se abre al jardín y disfruta de una de las vistas preferidas de Montse: “Estoy encantada con este espacio, respira una atmósfera única de relax, de calma... No se puede pedir más”, concluye.