Da igual el grado de confianza que se tenga con la persona invitada, le enseñaremos nuestra casa igual sin perder nunca la sonrisa. Sobre este último tema, en internet hay blogs donde aconsejan cómo debe comportarse un extranjero y las frases que debe decir, como muestra de gratitud, al terminar el recorrido. “Es de mala educación decir que no te gusta una casa. Siempre debes destacar aquellas partes que te resultan más agradables. Un ‘cuánto servicio te va a dar este armario’ o un ‘qué vistas más bonitas tienes’ es muy socorrido”, explica Juan Carlos Barajas, sociólogo y editor de la web ‘Sociología divertida’.
Demostrar hospitalidad
¿Por qué existe esta costumbre tan arraigada? Teorías al respecto hay tantas como persianas tenemos en casa. La psicóloga y miembro del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña, Paula Folch, opina que “se trata de una costumbre heredada de la nobleza y de la alta burguesía y extendida al resto de clases sociales con el paso de los años”. Se trata de un gesto que pretende demostrar más sociabilidad que ostentación. “La sociedad española es claramente individualista en algunos aspectos, pero en lo que se refiere a nuestras casas nos gusta demostrar hospitalidad”.
La casa como refugio
Para Juan Carlos Barajas es posible que esta costumbre hunda sus raíces en la hidalguía y en la influencia del concepto de hospitalidad que hemos heredado, sobre todo, de la cultura árabe. “La casa sirve para mostrar confianza al invitado porque es nuestro refugio nuestro apartamiento –de aquí deriva la palabra ‘apartamento’-. Además, la casa exhibe la posición económica de la que gozamos. Cuanto mejor esté montada, más se enseña. Conozco gente que decora mejor las partes más visibles de la casa. “Es decir, que decora mejor el vestíbulo o el salón que los armarios o el baño del dormitorio, o divide la casa entre zonas que se pueden ver y otras reservadas”, dice Juan Carlos Barajas.
Se admite la mentira piadosa
Según las normas de protocolo, enseñar la casa es un gesto de cortesía. ¿Pero qué partes de la casa se pueden enseñar? Las más de uso público como el salón, el comedor, el despacho o sala de juegos y la cocina, que ha adquirido mucho protagonismo durante los últimos años. Pero si está desordenada y sucia, no es necesario mostrarla. Con una mentira piadosa basta para mantenerla alejada de las miradas. “Los roles, a la hora de enseñar nuestras casas, están cambiando. Cada vez hay más hombres que se encargan de hacer la comida mientras las mujeres muestran las distintas estancias a los invitados”, comenta Paula Folch.
Anfitriones también en las redes
También crece el número de personas que cuestionan si se debe exhibir la casa a los demás. “Cuando alguien decide que no me quiere enseñar donde vive, lo respeto y me parece bien. Yo soy de poco protocolo. Más allá de la convención social, reivindico la capacidad de decidir hasta qué punto resulta necesario mantener esta costumbre”, señala Paula Folch. Quizá deberíamos preguntarnos porqué debemos perpetuarla en el tiempo si se siente como una obligación innecesaria. “Lo de ser buen anfitrión cada uno tiene que expresarlo a su manera”, matiza Paula. Y muchos ya lo hacen a través de las redes sociales cuando enseñan las distintas partes de su casa. Son anfitriones para todos sus seguidores.
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