MasterChef está de aniversario: así ha cambiado la decoración de su restaurante en estos 10 años

Este es el primer restaurante que vimos de MasterChef: buscaba elegancia y sobriedad, con influencias japonesas en los paneles-celosía, en los tonos dorados y negros y en la embocadura, cuya estructura de cintas de madera en rojo contrastan con el resto del espacio y evocan las llamas de una cocina.

El plató del segundo restaurante fue el mismo que en la tercera edición. Es la única vez que se ha repetido. Era un espacio envolvente en el que se juega con la luz, inundando de añil las paredes que sobre una lona backlight se construyen con vigas de hierro y lamas de madera, imitando grandes persianas industriales. En la sala y sobre las mesas y la barra lacada en negro brillo, las lámparas de la firma LZF construidas con láminas de madera aportan calidez y le dan volumen al espacio.

El restaurante de la cuarta edición de MasterChef simulaba un patio interior, que podría estar ubicado en la nave de una estación de tren, y que con su gran cristalera en tonos ámbar y azul invitaba al juego. Conjugaba piezas recuperadas como muebles antiguos, sillas de mimbre, ventiladores de los años 50, una ristra de relojes sobre un papel pintado imitando azulejo... Y flotando sobre las mesas, había un gran pez Koi de casi 6 metros de largo.

Continuando con la idea de interior-exterior, se construyó un invernadero, jugando con tonos azules y verdes, recreando un patio decadente y romántico lleno de plantas. Algunas de sus características eran las paredes vestidas con un zócalo de madera en verde agua, la cristalera azul, el papel pintado, el mobiliario antiguo, las sillas de mimbre, las mesas de hierro y mango, los maceteros de zinc... Y como elemento central, dando un toque de color, una gran lámpara de Álvaro Catalán de Ocón.

En la sexta temporada, MasterChef optó por una cocina-laboratorio. La pared principal tenía una cristalera de 12 metros de largo con baldas y cientos de botes de conserva. Aportaba movimiento y color al espacio, jugando con la transparencia de los líquidos, las lámparas de cristal antiguo, la composición de vajillas y jarrones... El verde de los tablones de madera desgastada enlaza con el papel pintado de hojas de palmera, las plantas aromáticas y los muebles que imitan a las antiguas neveras de los 50's.

El restaurante de la séptima edición de MasterChef era un homenaje a la cocina tradicional en un espacio cálido con dos ventanales abiertos a la ciudad de Madrid, y una gran chimenea central con sus ollas de cobre, sus cazos, sus aceiteras... En la pared de la izquierda había baldas iluminadas con platos antiguos y en el techo, una lámpara de diseño propio construida con vajilla y bombillas que flotan sobre la mesa central.

En la octava temporada, el restaurante estaba inspirado por la alerta ante la contaminación de nuestros mares, por los plásticos que se desechan y que están presentes en el consumo de todos los días, sobre todo el alimentario. Con esta propuesta, MasterChef 8 lanzó un mensaje de sostenibilidad desde el diseño de su restaurante.

¿Cómo? Una gran ola de botellas de plástico enmarcadas por una estructura de lamas de madera curvadas evocaba las olas y corrientes marinas, y una pared vegetal que hacía referencia a las praderas de posidonia, que eran los elementos centrales del espacio.

Las botellas de plástico, que aparecían iluminadas flotando sobre el fondo, recibían luz de la estructura de madera que las envolvía, acentuando su volumen mediante la superposición de transparencias. La imagen de la pared izquierda, que también asomaba tras la vegetación (artificial) y tras las botellas, enlazaba con los tonos morados del resto del decorado, haciendo a su vez alusión al agua y los fondos marinos.

Además, el mobiliario y el menaje estaban compuestos por materiales sostenibles, biodegradables y reciclados.

Esta vez la inspiración fue en los típicos ultramarinos de principios del siglo XX. Se quiso hacer un homenaje al pequeño comercio y al producto de proximidad. El restaurante de la novena edición de MasterChef contaba con un gran mueble diseñado a medida, que ocupaba todo el paño principal para contener latas, botellas, cestas con pan, una báscula... A la izquierda, una pared de cajones como los de las antiguas mercerías.

El restaurante de la décima edición de MasterChef nos lleva hasta el interior de una cocina profesional, situada sobre un gigantesco mural de azulejos antiguos (una reproducción de un fragmento de la Catedral de Oporto).

Los muebles reflejan la luz de las 12 lámparasque, situadas a ambos lados de la gigantesca campana extractora, simulan el clásico pase caliente de una cocina profesional y aportan el toque cálido al acero.

El frente iluminado de amarillo quiere ser un invernadero para conservar las aromáticas que se utilizan para cocinar. Y en la pared lateral, una ligera estantería suspendida por cables de acero y llena de plantas colgantes que aporta vida y volumen.