Tan sólo es una sencilla impresión, pero ¡vaya primera impresión más completa! Ilustraciones, cómics, textos caligráficos, mapas, fotografías... ningún objeto decorativo es tan agradecido como un póster, un pedazo de papel que enmarcado asciende, así de inmediato, a la categoría de "cuadro".
Vale que no es una pintura al óleo, ni siquiera una acuarela pintada a mano con delicadeza y destreza, pero se trata de un recurso socorrido, económico y vistoso con el que vestir las paredes del que se suelen valer los interioristas.
¿Por qué? Porque es más fácil dar con "la" lámina decorativa que más se adapte a la personalidad y a los gustos del cliente, que localizar una obra de arte que encaje con gusto en un ambiente determinado. Sí, el arte es arte, y tiene mucho más que ver con las emociones, pero también tiene una finalidad estética.
Ya sea una sola, un par, tres, seis, diez... las láminas decorativas son fundamentales para crear ambientes equilibrados y completos.
Amamos las geométricas, sucumbimos a las botánicas, nos atrevemos con los mapas, presumimos de litografías, nos reenamoramos de las vintage, no nos dejamos intimidar por la fauna, nos diluimos con las acuarelas, las fotografías nos devuelven a la realidad y, lo más importante, aprendemos a decorar con ellas sin importarnos el tamaño, la forma o la colocación.
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