Historia de las alfombras de lana
Más antiguas que Matusalén, las alfombras se utilizan desde tiempos ancestrales para calentar los suelos en las épocas más frías. Y si han perdurado durante siglos y siglos, por algo será... Y es que la funcionalidad de estas piezas textiles no caduca, siguen siendo las reinas de los suelos, sirven como asiento y como foco decorativo sin igual.
El arte de hacer alfombras fue probablemente desarrollado en Asia central por los nómadas. Para protegerse durante los fríos inviernos necesitaban algo que fuera más manejable que las mantas de piel de oveja y que a la vez decorara sus tiendas. Los materiales utilizados para la urdimbre, la trama y el pelo provenían de los rebaños de cabras y de ovejas.
Un dato curioso
La alfombra más antigua conocida data del año 400 a.c. y fue probablemente fabricada en Armenia y Persia:
- Cuando se descubrió, en 1947 durante unas excavaciones en Siberia, estaba completamente congelada en un bloque de hielo. De ahí su excelente conservación.
- Toma su nombre del lugar de su descubrimiento: alfombra Pazyryk o alfombra Gorno-Altai.
- Mide 183x200 cm y tiene una densidad aproximada de 360.000 nudos por metro cuadrado.
- Su elaboración tiene una densidad de nudos mayor al de cualquiera de las alfombras que se pueden encontrar en una tienda hoy en día.
- El patrón consiste en un motivo en roseta y en los bordes hay una procesión de venados y guerreros a caballo.
- La alfombra se puede ver en el el Museo Estatal del Hermitage en San Petersburgo, Rusia.
La historia nos muestra como las alfombras eran en esencia objetos prácticos, que se utilizaban para procurar calidez, pero además son grandes lienzos donde en muchas ocasiones se retrataban escenas de la vida cotidiana o grandes gestas para que quedaran inmortalizadas. Así pues, han sido, son y serán preciados testimonios históricos y artísticos, que, de paso, mantienen los pies calentitos. ¡Todo en uno!
De las alfombras de fibras naturales animales sin duda las alfombras de lana son las más buscadas y todo tiene su por qué. Todos sabemos del confort que aportan estas alfombras y del placer que suponen para la vista y el tacto, pero hay más. Las alfombras de lana y moquetas, frente a lo que la mayoría de la gente piensa, son aislantes tanto del frío como del calor por lo que su uso es recomendable en todas las estaciones del año. ¡Puede suponerte un ahorro en el consumo de energía!
Las fibras de lana están rizadas de forma natural, por ello poseen gran elasticidad, lo cual, conlleva que recuperen su forma original después de ser aplastadas por un mueble o cualquier otro elemento. Además, conservan mejor su colorido porque absorben las tintadas en mayor profundidad, estos dos aspectos técnicos suponen una mayor longevidad.
La estructura de las fibras de lana impide que la suciedad penetre profundamente en las alfombras o moquetas lo que facilita su limpieza con una aspiradora o un simple cepillado.
Para rematar la faena, existen estudios que demuestran que los espacios con este tipo de alfombras reducen un 80% las partículas de polvo suspendidas en el aire. La lana es un poderoso aislante acústico de los ruidos, por lo que su uso es muy común en residencias privadas además de hoteles y otros espacios públicos. Vamos, que si no sigues ahí es porque has salido corriendo a comprar una alfombra de lana...
¿A mano o a máquina?
Las alfombras de lana confeccionadas a mano son auténticas obras de arte en todos los sentidos, tanto desde un punto de vista técnico, como estético y funcional, y es por ello que se nota en su precio. Tienen su origen en el Imperio Persa y muchas de las piezas trabajadas a mano actualmente siguen procediendo de esas latitudes: Arabia, India... Por otro lado, las alfombras de lana confeccionadas a máquina son más tradicionales en Europa, cuna de la industrialización, y su calidad es buena, aunque les falte el toque artesanal. Emn cuanto a materia prima, las de lana afgana o de Nueva Zelanda son las más apreciadas y, en consecuencia, las más caras.
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