Cuando miramos fotos nuestras de hace unos años nos echamos las manos a la cabeza. “¡Vaya pintas!”. Pues imagínate lo que le ocurre a un piso de hace 20 años. Aunque la decoración no es tan caduca ni tan efímera como la moda, también tiene que evolucionar. Y, lo ideal, es que lo haga a nuestro ritmo, al de nuestras necesidades.
Esto es lo que pensó la decoradora Jeanette Trensig, propietaria de este piso: "La última reforma era de hace dos décadas, ya tocaba una nueva. Por supuesto que en este tiempo había hecho retoques y cambios parciales, pero ahora por fin me he decidido a una renovación total. Los niños han crecido, nuestras necesidades han cambiado y queríamos algo completamente nuevo”, explica la interiorista de Cado.
Sin tabiques para ganar espacio
El objetivo principal de la reforma estaba claro: “Hacer que la luz que entra por la amplia fachada orientada al sur inundase toda la casa. Derribamos buena parte de los tabiques y creamos espacios más diáfanos y despejados, para permitir que la claridad llegase hasta el fondo del piso, donde está la cocina”. Sofás blancos y parquet de madera clara subrayan la nueva luminosidad. Un elemento fundamental de la reforma es el largo tabique de cristal tras el que se encuentra la cocina. “Antes quedaba encerrada y era oscura; ahora se abre hacia la fachada y se separa del pasillo de entrada por este tabique transparente que deja pasar la luz y las vistas y amplía enormemente el espacio”, dice Jeanette.
Con dos salones
Una característica curiosa del piso es que tiene dos zonas de estar: “Siempre me ha gustado tener dos, porque tenemos mucha familia y nos gustan las visitas; y así los chicos pueden estar en un salón y los mayores en otro, por ejemplo. Pero además, una de las dos es al mismo tiempo dormitorio de invitados. Los sofás se convierten en camas y unos screens ocultos en el techo permiten cubrir las puertas acristaladas para ganar intimidad”. También pensada para recibir, la cocina se organiza en torno a una gran isla con una mesa de arce adosada, que puede alargarse para albergar hasta doce comensales. “La madera ha recibido un tratamiento nanotecnológico que la protege de cualquier agresión sin perder su aspecto natural”, dice Jeanette.
En el dormitorio, que incluye una zona de escritorio, Jeanette ha creado una atmósfera acogedora combinando el blanco de los tejidos con paredes de tonos más oscuros pero igualmente cálidos, como el verde caqui y el gris antracita, de los que la luz arranca sugerentes matices.