Una familia de cinco personas necesita una casa donde expandirse. También cuando van de vacaciones: juntos, pero no revueltos, que, si no, pueden saltar las chispas (y que tire la primera piedra quien diga que no, que entre los suyos reina las 24 horas la armonía). Por ello, para su refugio de playa, este clan recurrió a una solución que a muchos se nos ha cruzado alguna vez por la cabeza: unir dos pisos contiguos, en este caso, de un edificio construido en los años sesenta, y crear un dúplex. Estaban además seducidos por un detalle nada baladí, el mar y sus impresionantes vistas, a las que había (por supuesto) que dar protagonismo.
La interiorista Pia Capdevila fue la autora de la reforma, y efectivamente se centró en respetar y potenciar las vistas, uno de los puntos fuertes de la nueva vivienda. Del edificio original solo quedan los techos de bovedilla y los pilares de piedra del piso superior, donde ahora están los dormitorios. Y ese espectacular mar al fondo y la visión de dos calas únicas de la Costa Brava, Aiguafreda y Sa Riera.
Una vez unidos los dos pisos, “se abrió la planta baja para que fuera un mirador sobre el mar. De ahí el salón, diáfano y con sofás amplios, y el comedor, ambos con vistas al mar”, explica Pia. Con un paisaje tan imponente, el interiorismo tenía que ser neutro y cálido. La interiorista eligió una paleta “en blancos y grises, con toques de beige y tostado”. Y pinceladas de azul, a juego con el mar que se cuela por las ventanas (a fin de cuentas, esto es una casa de vacaciones).
Si la amplitud y la fusión con el paisaje son dos de las máximas de este dúplex, la cocina, en cambio, se concibió como uno de los dos espacios cerrados. El otro, a su lado, es un cubo de DM lacado, que “sirve como dormitorio de invitados o como despacho, con un cristal translúcido que deja pasar la luz”. Un punto aquí para la modernidad.
Por fuera, la pared de este cubo se convierte en un aparador para guardar el menaje. “El almacenaje siempre importa, pero en una familia numerosa más. Y los muebles que se adaptan a la arquitectura liberan las vistas, la joya de este dúplex”.
Un ejemplo perfecto lo vemos en la habitación de los chicos, donde los muebles a medida en blanco y azul se adaptan a la forma irregular del piso. “Esta habitación está pensada para dividirla con una corredera cuando los chicos crezcan y necesiten más intimidad”. Porque aquí seguirán viniendo muchos años, atrapados por ese mar.