Este piso es el 'hogar dulce hogar' de una familia numerosa y es también el despacho de su propietaria, la interiorista Bárbara Sindreu. ¿El secreto? Un salón comedor que se utiliza como zona de trabajo durante el día. Este cálido salón es el rincón perfecto para disfrutar de una tarde de domingo en familia... o para reunirse con unos clientes y decidir cuáles serán los colores de su nueva casa. Hace tres años que la interiorista Bárbara Sindreu buscaba un piso que le permitiera combinar la vida en familia con su trabajo como decoradora. “Esta era perfecta. Suficientemente espaciosa para mi familia y para ubicar todas las piezas de mobiliario que diseño. Así, mis clientes las pueden ver y decidir si las quieren o no para su casa”, dice Bárbara.

El piso ocupa una esquina orientada hacia el sur. “Fue un factor decisivo para elegirlo. Todas las estancias son exteriores. Y tenemos muchas horas de luz natural”. Construido hace unos sesenta años, el piso no se había reformado nunca. “Lo tiré todo y lo rehice de nuevo, adoptando una distribución más moderna y práctica”. El gran salón comedor ocupa el espacio principal. El estar se organiza ante la chimenea, con sofás de chenilla y una butaca de piel que invitan al descanso y a la tertulia: “busqué la naturalidad en materiales, tejidos y colores, sin estridencias, para que todo respirara un aire acogedor”. La mesa del comedor donde cena la familia a diario sirve también como escritorio-despacho y como sala de reuniones para Bárbara. “Es una pieza de roble macizo, extensible hasta 3,20 metros. Es perfecta. Me gusta el tacto de la madera a la hora de trabajar y, una vez vestida, tiene las dimensiones ideales para seis comensales”. Las sillas isabelinas restauradas y la librería de DM completan esta estancia polivalente.
La mesa del comedor donde cena la familia a diario sirve también como escritorio-despacho
Los dormitorios siguen la atmósfera natural del salón. En el principal, Bárbara forró las paredes con papel vinílico, tapizó el cabecero con seda gris y escogió un escritorio de teca como mesilla de noche. Para el dormitorio de sus hijos (uno de nueve años y dos gemelos de doce), diseñó un mueble con dos camas bajas y una volada, cajones y estanterías. “Aproveché hasta el último metro y aún les queda espacio para jugar”.

Tres claves de interiorista
- Cortinas dobles. Visten más los espacios y permiten controlar mejor la luz. En el salón, Bárbara ha combinado estores crudos con cortinas de lino rústico marrón. Y en los dormitorios, visillos y cortinas de tonos tierra.
- Muebles a medida. Aprovechan mejor el espacio, como la gran librería del comedor o el mueble del dormitorio infantil, que incluye tres camas y espacio de almacenaje en la parte inferior.
- Colores que arropan. Los colores de las pinturas y tejidos de la casa giran en torno a los marrones y los grises, en busca de una calidez muy natural. En el dormitorio infantil, el rojo da vitalidad.