Es un verde especial. Dulce, delicado. “A mí me encanta el verde –dice Gaby Conde, autora de la reforma–. Le enseñé este a Olga, la propietaria, y también le gustó, así que lo convertimos en el sello personal de la casa”. Lo encontramos en todas las estancias, combinado con el tono vainilla de la pared y con toques de alegre rojo en el salón o de verde vivo en una de las habitaciones.
“Era una auténtica ruina. Muy oscura, sin electricidad, ni agua…, no tenía ni célula de habitabilidad”
Los espacios de esta casa se abren al exterior para llenarse de luz. Pero no fue siempre así esta casa: “Era una auténtica ruina. Muy oscura, sin electricidad, ni agua…, no tenía ni célula de habitabilidad”, explica Olga Gimeno. La transformación fue total y la casa se reinventó. “Sobre todo, sacamos luz de donde no la había”, explica Gaby Conde. Tiraron muchos tabiques, como los que compartimentaban el actual salón. Pintaron las paredes de vainilla claro y las decoraron con un zócalo en el color verde estrella de la casa: en unas estancias es de madera y en otras, simplemente pintado sobre la pared.
También vistieron las ventanas con delicados visillos que no obstaculizan la entrada de luz natural. Y pintaron suelos y techos de blanco. El techo, después de recuperar sus maravillosas molduras: “Estaban pintadas de colores, muy típico del modernismo de la época, ya que el edificio data de 1905”. Y el suelo, tras instalar una tarima de pino muy cómoda y sobre la que Olga asegura que “da gusto ir descalza”.
En el corazón de la casa, un patio interior decorado con muebles rústicos da vida a las habitaciones. La distribución estuvo clara. “Mi hija mayor, Elisabeth, ya tiene 15 años y necesita su propio espacio, así que reservamos una habitación con zona de estudio para ella sola, y le concedimos su máximo capricho: un vestidor”, comenta Olga. Sus otras dos hijas, María y Ana, de momento comparten cuarto. De su decoración se encargó la propia Olga, propietaria de la tienda de mobiliario y complementos infantiles Bona Nit. “Me decidí por un estilo algo distinto del que suelo emplear –reconoce–. La casa pedía algo más informal, tipo chill-out, y a todas nos fascinó la idea”.
En la habitación doble colocó dos camas en línea y unas escaleritas en medio. “Las camas proporcionan mucho espacio en su parte inferior y las escaleras son cajoneras, así que resuelven mucho”. En el cuarto de Elisabeth empleó los mismos recursos, esta vez con una sola cama y dos escaleras a los lados, “que sirven también como asientos informales”. La habitación de Olga es la más romántica –comenta Gaby–, “con una cama con dosel, un velador como mesilla y una colcha antigua de flores”. Unas puertas acristaladas en acordeón conectan con la zona de televisión. “Colocamos una tarima en el suelo con un colchón y lo llenamos de cojines. Ha quedado genial –añade Olga–. Cómodo, desenfadado y muy luminoso”.