Y es que no falta detalle para que sus peques vivan unas Navidades inolvidables. Guirnaldas, vajillas para la ocasión, regalos... ¡ay los regalos! Fíjate en ellos porque se acerca el momento de envolver los tuyos y aquí encontrarás muchas ideas con encanto.
La fiesta de los niños
Si hay una fiesta que los niños esperan con especial ilusión es la Navidad. Durante estas fechas, son los grandes protagonistas en casa de Sandra, que se transforma en su honor y se convierte en un lugar de cuento: detalles en rojo, blanco y verde por todas partes; el árbol con sus centelleantes luces, guirnaldas en las ventanas; postales llenas de buenos deseos... y por supuesto, muchos regalos, con sus papeles y lazos de colores que hacen casi irresistible la espera.
Cuando llegamos a casa de Sandra, encontramos una fiesta. Incluso la decoradora Asun Antó ha querido participar en los adornos y preparativos. Ella no solo es la responsable del interiorismo de esta casa, situada en las afueras de Barcelona, sino que además es amiga de la propietaria. “Recuerdo este proyecto con mucho cariño. Intervine desde el principio, en colaboración muy estrecha con el arquitecto Àngel Pedrós y con los propietarios. Ellos ya conocían mi estilo, basado en los colores claros y los materiales naturales, ideal para crear los ambientes que buscaban”, nos cuenta Asun. Sandra asiente: “Es una casa muy, muy cómoda, rodeada de ventanales que dan al jardín y con una comunicación entre espacios perfecta”.
La casa tiene una distribución muy abierta, lo que la hace ideal para niños
Desde el salón, una puerta corredera muy amplia lleva hasta el comedor y desde allí se llega a la cocina. “Es una distribución muy buena, que da amplitud y que permite ver todas las estancias de un solo vistazo. Y esto es ideal cuando tienes niños pequeños. Además, los ambientes se relacionan con puertas correderas acristaladas que permiten unir o separar según se necesite, pero que incluso cerradas, dejan pasar la luz”, explica Sandra. “De hecho –añade Asun–. Todas las ventanas tienen un estor fino y una cortina gruesa, ambos de lino blanco o arena, para poder regular bien la claridad”.
Una casa decorada por todos
Mientras conversamos con ellas, Jan y Carles, los hijos de Sandra, se acercan para pedirnos ayuda con la guirnalda de la chimenea, que se les resiste. Está hecha con ramas de pino y corazones rojos, a juego con el árbol, que Marta y Blanca, dos amiguitas de los peques, han decorado con diferentes tipos de bolas rojas y blancas, figuritas de tela y cascabeles. Todo inspirado en unas Navidades muy nórdicas, con motivos y colores que evocan paisajes con nieve y trineos tirados por renos…
Junto al árbol, que ya tiene las luces encendidas, los regalos también contribuyen llenar de magia la casa con sus papeles de rayas y de cuadros, las cintas y las telas. Los paquetes aguardan su turno bajo el árbol, en la mesa de centro y en una gran cesta de mimbre junto al sofá. Algunos llevan una etiqueta con el nombre del destinatario, otros solo la inicial... Además, las cajas –las hay de todos los tamaños y formas– siempre pueden tener otros usos luego.
Delicias navideñas
En el comedor, todo está listo para dar los últimos toques a la mesa, a la que no le falta detalle. Se han cosido galletas y estrellas en el mantel, los niños han ayudado a preparar las macetitas de plantas aromáticas con el nombre de cada uno, un colgante viste las sillas, ramas de pino y portavelas en forma de casita decoran la alacena... “La mesa puede acoger hasta doce personas y la elegimos cuadrada, para facilitar la conversación”, señala Sandra.
En la cocina tiene lugar uno de los momentos más esperados: la preparación de las galletas y de los cupcakes con los que los niños montarán una torre que simula un árbol de Navidad. En realidad, es un original calendario de adviento, ya que cada día de fiesta se comerán uno, hasta que no quede ni rastro. La cocina, muy práctica, cuenta con encimeras de Silestone y suelo cerámico del mismo color, más resistente y fácil de mantener que el cálido roble talqueado del resto de la casa. Una isla de trabajo con mesa adosada –donde ahora se afanan los pequeños cocineros– resuelve una distribución cómoda y funcional.
Y el dormitorio principal, habitualmente un refugio de paz, no ha logrado escapar del bullicio, y se ha convertido en un improvisado almacén de regalos. Dos muebles lacados aprovechan el espacio bajo la ventana y desahogan el dormitorio. Desde el salón, unas voces infantiles nos llaman: ¡han acabado! Orgullosos nos muestran la mesa puesta, las galletas… todo ha quedado perfecto. Las Fiestas ya pueden empezar.