“Estoy encantada con mi casa –admite Neus Mola–. Escogí esta urbanización de Cabrils, un pueblo del Maresme próximo a Barcelona, porque estaba llena de ventajas: cuenta con la cercanía de la ciudad, que resulta muy cómoda, y sin embargo está rodeada de árboles y tiene unas vistas espectaculares sobre el mar. Es simplemente perfecta”, concluye.
Ella misma se encargó de la decoración de su nueva casa, que convirtió en su “hogar ideal” eligiendo con mimo su mobiliario y realizando con sus propias manos muchos detalles decorativos.“Tenía una decoración clásica y a mí me gusta más el estilo provenzal. Bueno, más que gustarme, me apasiona”, confiesa.
Lo primero que hizo fue cambiar el aspecto exterior de la construcción, pintando la fachada de un color óxido y las carpinterías de “verde catalán”, como ella lo define. En la terraza, la pieza estrella es una cama de forja pintada que está ubicada en un lugar privilegiado, rodeado de vegetación y con vistas al mar. A su lado, Neus creó un original comedor que utiliza a diario, siempre que el clima lo permite. “Yo misma pinté las sillas y, como me gusta lo diferente, elegí un color distinto para cada una”, comenta divertida. Pintado del mismo color que la pared, un mueble comprado en un mercadillo de la Provenza hace las veces de alacena pero pasa casi desapercibido.
En el interior, Neus comunicó la zona de estar con el comedor a través de un gran arco que, además de hacer el espacio más amplio y luminoso, permite que los dos ambientes compartan los momentos de reunión en familia. En cuanto a la elección de los muebles y textiles, triunfaron las maderas y las telas claras. “El blanco roto es mi color favorito y me encanta combinarlo con tonos arena, tierra… me fascina esa gama”, detalla. Una apuesta cromática que reina en todas las estancias de la casa, gracias a la combinación de la pintura con los textiles y el mobiliario.
En la planta superior se encuentran los dormitorios, donde salta a la vista la pasión de Neus por lo provenzal. “Me gusta tanto que viajo a menudo a Francia para comprar en los mercadillos de antigüedades”, comenta. De esa zona proceden casi todos los muebles del cuarto de juegos de su hija, en el que las piezas antiguas, el sofá de forja con dosel y las cortinas de lino antiguo hacen que reine una atmósfera cálida y serena, casi de cuento. El dormitorio principal cuenta con un vestidor que Neus restauró. “Los frentes eran de color granate y quedaba muy oscuro, así que los pinté con mi combinación preferida: blanco roto y betún de Judea”. La misma mezcla que empleó para pintar el mueble bajolavabo, que parece fundirse con la pared, pintada con un encalado tintado. Acabados que encajan a la perfección en la imagen rústica provenzal que Neus deseaba para su casa.