Tras cruzar un pequeño jardín, la caricia del sol de media mañana nos acompaña cuando entramos. A la derecha, tras un tabique acristalado, está la cocina, blanca y muy acogedora.
“Me encanta la decoración escandinava, la madera blanca, el parquet de roble, los ambientes luminosos...”, afirma la propietaria, que no oculta la pasión que siente por su casa cuando nos la muestra. “Cuando la compramos nos gustó el lugar, la fachada y las posibilidades que le veíamos, pero el interior estaba tan deteriorado que casi no se pudo aprovechar nada”. La tarea de devolverle la vida corrió a cargo del arquitecto Albert Blanch: “Tuvimos que renovar la estructura por completo. Tan solo pudimos salvar la escalera noble”.
La cocina ya nos descubre los secretos del interiorismo de la vivienda: Espacios amplios y diáfanos, pocos obstáculos para la luz y las vistas, unificación de colores y materiales... "La distribución la hicimos más con muebles que con paredes”, añade el arquitecto. “Pasaron varios años hasta que pudimos empezar la obra –nos dice la propietaria–. Tuvimos que resolver mil problemas, nació nuestra tercera hija...”.
El amplio salón comedor tiene un gran frente acristalado abierto al jardín: “En verano tenemos las puertas abiertas y creamos un ambiente único y familiar, muy agradable. Las fundas de lino que visten los sofás también son de los más veraniegas, que, por cierto, diseño yo misma para mi empresa Coco’s”.
“Quisimos recoger algo el espíritu clásico de la casa original, de ahí las molduras en las paredes, la chimenea recuperada de madera, o las puertas con cuarterones”, interviene el arquitecto.
La planta intermedia es la de las niñas. En el distribuidor se instalaron los armarios para la ropa, en luminoso blanco, y las cuatro camas se hicieron a medida con DM.
“El blanco se matizó con el verde en las paredes de los dormitorios y el morado en los tejidos”
La propietaria contó con la colaboración de Gaby Conde a la hora de decorar: “Maticé el blanco con el verde en las paredes de los dormitorios y el morado en los tejidos”, explica nuestra estilista. La planta superior la ocupa la suite de los propietarios, que incluye dormitorio, baño, vestidor, despacho y terraza. “La paredes del cabecero y el tocador están forradas con placas de DM que simulan lamas verticales de madera. Lo mismo hicimos en el dormitorio infantil, la cocina y el recibidor. Es una forma sutil de unificar espacios”, comenta el arquitecto.
Un tabique que no llega hasta el techo sirve de apoyo al tocador por un lado y al lavamanos por el otro. “Es muy cómodo y crea un ambiente despejado que se agradece”, señala la propietaria. Por las claraboyas irrumpe una luz cenital que da un aire casi celestial al ambiente.