La decoradora Jeannete Trensig y Marta, la propietaria de esta casa, se conocían desde hacía tiempo. La cala de Sa Riera, en la Costa Brava, fue y sigue siendo su nexo de unión. Unos años atrás Jeannette había decorado el apartamento de verano que la familia de Marta tenía en esta zona de Begur. Y cuando esta decidió construirse una casa en el mismo lugar, no dudó en volver a llamarla. “Nos conocemos bien y nos entendemos a la perfección, así que no me ha sido difícil dar respuesta a sus deseos”, nos explica Jeanette.
La idea era conseguir una atmósfera muy mediterránea, por eso la diseñadora optó por “tonos y texturas muy de esta zona, que reflejan la cercanía de la playa y el ambiente relajante que aquí se vive”.
Las vistas al mar y la vegetación que envuelven la casa se filtran a través de las amplias cristaleras, que también la inundan de luz natural, y desdibujan los límites entre el interior y el exterior. “He elegido los materiales en sintonía con el lugar, como los algodones y linos de las tapicerías y las cortinas que tamizan la intensa luz veraniega; las maderas envejecidas o decapadas, que parecen encontradas a orillas del mar; el microcemento pulido de color beige que cubre los suelos del interior y remite a la arena de la playa cercana, o los tonos oxidados que armonizan con el color de las fachadas”.
La cocina, organizada en torno una isla central, es el centro neurálgico de la casa: “se comunica abiertamente con la zona de día y con el exterior, lo que facilita los desplazamientos y añade funcionalidad a la vida cotidiana”.
Los detalles de artesanía que salpican los interiores, las lámparas de mimbre y las alfombras vegetales crean un refugio relajante para vivir a un ritmo pausado.