Esta casa te roba el corazón con sus exquisitos detalles y rincones para deleitarse. ¿Lo mejor? Que te acoge en cuanto entras. El salón te arropa gracias a la armonía creada por Mausha Marsá y Tatana Montero. Su pulcritud nace de los colores neutros y de una impecable simetría. El porche es un manto blanco en el jardín. Y el office, donde el desayuno es un momento especial, se abre a la piscina interior. Bañarse en esta piscina es algo más que deporte, es un placer. Inundada por la luz que entra desde el jardín, sus columnas adosadas, hornacinas y el techo abovedado evocan un baño romano. Al subir al dormitorio, la consola antigua del distribuidor anuncia que llegamos a un lugar especial, que cuenta con su propio estar. Las puertas correderas nos dejan ver una zona de descanso íntima y femenina.
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