La interiorista Isabel Arrieta supo ver desde el principio la belleza de este piso, a pesar del mal estado en que se encontraba. “La visión era muy decadente, pero la luz era mágica y era evidente lo que podíamos lograr con una buena rehabilitación”. Se trabajó mucho para recuperar y conservar detalles y estructuras de la arquitectura original, pero a la vez dar un giro al espacio y convertirlo en un piso cómodo y actual.
“La primera visión fue de un piso muy decadente, pero su luz era mágica”, asegura la interiorista
De miniespacios a luminosas estancias
Construido hacia 1900, estaba dividido en diminutas habitaciones que no aprovechaban ni los metros ni la luz. “Lo primero que hicimos fue reordenar el espacio y sacar el mayor partido de cada estancia, de manera que fueran tan agradables las zonas comunes como los dormitorios”. En el salón se crearon varios ambientes unidos por el uso del color (paredes en color piedra y techo y carpinterías en blanco) y un mobiliario neutro. “La propietaria quiso aprovechar parte de las piezas que ya tenía y las mezclamos con algún mueble auxiliar antiguo y diseños propios realizados a medida”, explica Isabel. La cocina, totalmente nueva, es actual y muy práctica. Se cambió de ubicación y se le dio la holgura que merecía. “Era importante incorporar un office que debía ser el centro de reunión de la familia”, dice Isabel. Se creó en una estancia contigua a la cocina y se puede cerrar con una puerta corredera.
Recuperando materiales
El suelo hidráulico del office es original, idéntico al del antepecho de la cocina. Se retiró de una de las antiguas habitaciones del piso y se recuperó. “Lo recubrimos con una fina lámina de cristal para protegerlo, porque es un material muy poroso y, en la cocina, donde hay que limpiarlo a menudo, podía estropearse fácilmente”. En toda la casa, la premisa fue respetar al máximo su carácter original. Las molduras del techo, por ejemplo, se han rehabilitado, igual que la carpintería de puertas y ventanas: “las desmontamos, las recuperamos, les pusimos doble cristal para garantizar el aislamiento y las volvimos a instalar”. El parquet de tablillas de madera maciza en espiga es otra de las joyas que valía la pena recuperar. “Un buen pavimento realza el conjunto”, apunta Isabel. “La combinación perfecta es madera y alfombras que, en este piso, son de colores lisos para que no compitan con el dibujo del parquet”. Grises en el salón y beige con un pequeño relieve en el dormitorio principal, “donde aprovechamos el magnífico ventanal para crear una zona de estar”.