Luz, luz y luz, repetía como un mantra. Quería hacer de la casa adosada que acababa de comprar un oasis familiar para ella y su pareja, su hijo de 4 años y el bebé que estaba en camino. “La propietaria tenía las ideas claras –recuerda la interiorista Cristina Mateus, de Atmósfera Reformas e Interiorismo–. Había que renovarla con materiales nobles, resistentes al trote de dos niños pequeños. Y hacerla alegre y armoniosa. Y todo en tres meses, ya que dejaban su piso de alquiler, y con un presupuesto ajustado, pues ya habían invertido mucho en comprarla.
Entonces era “un batiburrillo oscuro de maderas y colores, fruto de reformas anteriores”. Pero tenía un pequeño jardín privado y otro comunitario, ideales para criar a dos niños. “En eso coincidimos cuando nos pidieron opinión antes de comprarla. Después, decidimos intervenir lo mínimo” para no encarecer la reforma.
Interiores frescos
Ordenaron la zona de día, en la planta baja, volcándola hacia el jardín. Enfatizaron la luz y eligieron una decoración fresca. “Cambiamos la embocadura de mármol de la chimenea y la arropamos con una librería de pladur, que marcó la ubicación del sofá y del comedor, junto a la cocina. Sustituimos la pared que la separaba del salón por una ventana fija con cuarterones, que da más amplitud visual, deja pasar la luz y permite controlar a los niños en el salón mientras se cocina”. El gris claro de las paredes y el parquet de roble envejecido son el marco sereno al verdor del jardín y a un estilo “entre inglés y provenzal, que encaja con la arquitectura”. Se plasma en telas de lino y algodón blanco o gris, muebles de aire artesanal o vintage y alfombras vegetales. “Adaptamos piezas que tenían, pintamos de blanco la barandilla de la escalera y forramos los peldaños de mármol con parquet. Al jardín le añadimos una tarima de teca y muebles de madera y respetamos la vegetación crecida. Ahora es un rincón lleno de paz”.
Colores muy pensados
Para la cocina eligieron baldosas esmaltadas con formato antiguo y “muebles rústicos, un fregadero retro de porcelana y grandes baldosas grises para el suelo, que la amplían visualmente. También ganamos espacio para el office. La decisión de la propietaria de pintar una pared y las sillas en tono menta subraya su aire fresco. A la habitación del niño le dio garra con un toque de azul”. En la primera planta, los dormitorios repiten el mantra de luz y paz. “Lacamos en blanco los armarios que tenían, y las puertas”. Durante las obras nació el benjamín de la casa. Ahora disfrutará con su familia de este oasis particular.