Desde el salón, la vista del patio es muy relajante. Una sensación que la propietaria ha querido prolongar en todo el piso, un principal que era “lúgubre y anticuado pero con mucho encanto”, con un patio que lo convierte en un oasis urbano por un lado y vistas a una avenida arbolada por el otro. Pero no siempre fue así.
A por la luz y la amplitud
“En origen, el salón daba a la fachada principal y los dormitorios al patio, como en muchos pisos antiguos”, explican Roger Pardos y Joan Nicolau, de Aurum Immobles, que se encargaron de reformar el piso, darle más amplitud y más luz natural. “Ubicamos el salón abierto al comedor y este a la cocina en tres espacios contiguos en ‘L’”. Como había una pared maestra entre el salón y el comedor, los comunicamos haciendo el paso más grande con una puerta de doble hoja, que ya estaba en el piso, cambiando los frentes por cuarterones de cristal”.
Amable y cálida
La cocina, abierta, es muy especial: “Me encanta cocinar mientras charlo con los amigos –dice la propietaria–. Elegí frentes en negro brillante para darles calidez e integrarlos al comedor. Le dan un aire de café francés, con el mármol blanco, los taburetes de hierro y las puertas antiguas, originales del piso, decapadas”. El cálido tono miel de las puertas destaca sobre el parquet claro y los colores neutros de la decoración. “La verdad es que con poco, el piso ha cambiado radicalmente”, añade la propietaria. Porque, lo más importante, parece más amplio. Ahora, desde la zona de lectura del dormitorio, se ve hasta la cocina. Está en la antigua galería, con una cómoda butaca beige en una esquina y una práctica librería con baldas de madera en el otro extremo.