El verdadero lujo es intangible, pero se siente y se disfruta a través de la experiencia. Así lo da a entender la interiorista Anna Taberner al recordar su primer contacto con este extraordinario ático de planta cuadrada y coronado, en sus cuatro ángulos, por cuatro terrazas. “La caja era perfecta y, a su atractiva disposición, se unía una luz espectacular y detalles arquitectónicos que le aportaban nobleza”.
Un clásico moderno
Sus propietarios, entonces una pareja joven con un niño pequeño y otro en camino, tenían claro el aire que querían darle a su nuevo hogar: “Vinieron a buscarme porque deseaban una decoración contemporánea, pero atemporal, que les acompañara durante años sin perder frescura”. Un “clásico-moderno”, fueron las palabras de la propietaria, amante de las antigüedades, pero también del diseño actual y, sobre todo, de los clásicos del diseño internacional y de la madera, el material elegido para que predominara en su casa.
Practicidad, amplitud y magia
El espacio sufrió leves modificaciones. Se prescindió de un tabique para conectar la cocina con el salón y el vestíbulo. La gran sala de la parte posterior –gemela al salón– se fragmentó mediante una puerta corredera para situar los dormitorios infantiles, de manera que funcionaran independientemente, pero pudieran convertirse en zona de juegos compartida al abrir la corredera. Concebidos como simétricos, Anna diseñó todo el mobiliario: “Intenté que fuera muy funcional, pero que no perdiera la magia”. La tiene, desde luego, igual que el dormitorio principal junto al vestidor. “La habitación era muy alargada –apunta–, así que se nos ocurrió dividirla con un mueble a media altura para separar la zona de la cama del vestidor, situado al fondo”. Los objetos más queridos se suceden aquí y se mezclan armoniosamente, sin importar si son antiguos o de diseño, sobre una acogedora base de color topo.
Sus claves
Terrazas: una en cada esquina
Todas se han pavimentado con una tarima de ipe que da al exterior la misma calidez que el parquet de roble canadiense da al interior. Para proteger sin agobiar, una barandilla de listones a cierta altura permite el paso de la luz y el disfrute de las vistas. El toque vintage lo aportan las sillas de hierro blanco.
Una casa de espacios unidos
Tras derribar un tabique, la cocina se unió al salón y al vestíbulo, para ganar luz y favorecer la circulación. El office es el mejor ejemplo del look “clásico-moderno” de esta casa. Combina una lámpara de lágrimas de cristal, una vitrina de estilo rústico y sillas que son clásicos del diseño contemporáneo.
Cuartos infantiles gemelos
Solo algunos detalles decorativos, como el mapamundi o las estrellas y flores, así como distintos matices de rosa, distinguen las dos habitaciones infantiles. Armarios, camas y la bancada bajo la ventana donde guardar los juguetes, todo ha sido diseñado a medida por la decoradora Anna Taberner.
Vestidor: el deseo de tener todo en orden
Con una magnífica luz natural, el vestidor cumple su propósito y, a la vez, consigue hacer recogido un dormitorio de planta muy alargada. La librería baja, con el mismo acabado en color topo que el armario, también desempeña una doble función: zonificar y actuar como contenedor.