A veces, uno cree que la vida va a seguir igual durante mucho tiempo. Y, movido por esa idea, va y reforma su casa (con lo que eso implica a todo nivel, amigos). ¿Por qué iba a mudarme? Envalentonado, encarga muebles a medida, compra piezas de las buenas. Cree que morirá en la casa que habita, puede que hasta sueñe con sus nietos en ella. De repente... ¡zas! Las cosas cambian. Eso pasa. ¿Y ahora qué? ¿No emprendería uno acaso una cruzada para salvar sus muebles? Los propietarios de este piso no lo dudaron: todo por sus muebles.
Tan delicada encomienda recayó sobre Pia Capdevila, la interiorista que reformó su otro piso y que les diseñó los muebles. Eso sí, no lo tenían todo en contra. Había tres ventajas: una buena distribución, más espacio y una interiorista que sabía con qué tonos y materiales combinarían. Y la ilusión de marchar a “un piso de obra nueva, bien distribuido y que nos permitió personalizar elementos, como el parquet de roble natural y lama ancha, muy cálido”.
Había tres ventajas: una buena distribución, más espacio y una interiorista
El nuevo era un piso a cuatro vientos, “con mucha luz natural, pero con terrazas y ventanas que dificultaban colocar los muebles. Aprovechamos la forma alargada del salón para integrar en él las butacas, que en el otro piso formaban una zona de lectura. Y colocamos los grandes sofás en L para delimitar el comedor, del que también aprovechamos los muebles. Las cortinas son las mismas; en los ventanales más grandes añadimos más tela”. Ya sabemos que reutilizar es la máxima de nuestros tiempos.
Los muebles a medida en blanco los lacaron en tono piedra. Y salvaron la mesa de centro y los cuadros. “Los que antes estaban en el salón ahora están en el office, un espacio revestido con Bolon que es muy fácil de limpiar”. Pia arrimó la mesa a la pared y le añadió un banco a medida con almacenaje.
“Los dueños valoran la funcionalidad y el orden. Y más con dos hijas pequeñas...”. A ellas les diseñó dos habitaciones gemelas, unidas por una puerta corredera. “Una es de princesas y la otra, de animales”. Entre las camas nido y los escritorios, que ya tenían, instaló estanterías a medida. “Así, cuando crezcan bastará con ampliar la mesa de estudio y cambiar el papel pintado”. Buena solución para, de nuevo, salvar los muebles.
En el dormitorio principal, se modificó uno de los módulos bajos del armario (¡incluso el armario se pudo aprovechar!) para albergar un radiador. Pia reubicó la banqueta del vestidor para ponerla a los pies de la cama y buscó el mismo papel pintado a rayas que tenían en el otro piso y que combina muy bien con el cabecero de capitoné. “Todo encaja de nuevo”, dice la interiorista, que, ahora sí, podría escribir un tratado de aprovechamiento.