En el último censo, Llafranc registraba apenas algo más de 300 habitantes. Este encantador, recogido pueblito de la Costa Brava y su paseo y su puerto han sido (¡y serán!) el refugio veraniego de muchos, el pequeño paraíso que durante décadas y décadas representó (y representa) el lugar de las fantasías estivales, el mismo (y maravilloso) mar de todos los veranos.
La familia dueña de esta casa lo sabe. Por eso, el paisaje de la fotografía del comedor es el mismo que se ve por la ventana. Solo que unos sesenta años antes. Es el pequeño homenaje de los dueños a su edén particular, a esas vistas de película que comparten con familiares y amigos, y además no sólo durante el verano, sino todo el año.
Pero que uno tenga una casa desde hace décadas no quiere decir que no deba tocarla. Al contrario: el refugio relajante necesita también una renovación para amoldarse a los tiempos. Los dueños acudieron a la interiorista Jeanette Trensig, de Cado, con su encargo. “Querían que la casa fuera armoniosa, en tonos suaves y con espacios para compartir –explica–. Me centré en cambiar los muebles clásicos y oscuros por otros a medida en DM lacado y con almacenaje, que se funden con las paredes y despejan los espacios”.

CASAS DE VERANO
Mi casa tiene historia, era un convento
Así, la librería con baldas y puertas del salón ha dejado sitio a dos sofás y dos chaise longues encaradas a las vistas –que refleja un gran espejo– y a la nueva chimenea. “Es una segunda residencia que disfrutan todo el año y tenía que ser luminosa y cálida. Diseñé muebles de roble natural y hierro o maderas recuperadas como la mesa de centro y elegí tonos piedra, coordinados con tapicerías y cortinas de lino”.
El parquet cerámico “es cálido y práctico y se prolonga en la terraza”. La mesa es perfecta para las ansiadas sobremesas en familia o con amigos, después de una larga comida. Y tanto dentro como fuera, “nada resta protagonismo a las vistas”, subraya Jeanette.

3,2,1... ¡ACCIÓN!
Unir dos estilos en uno (con vídeo)
En las habitaciones, la interiorista también buscó la practicidad (con familias con hijos es casi una obligación). En la juvenil instaló una cama nido perfecta para cuando hay invitados y sustituyó las puertas de armario, que eran de persiana, por unas de cristal con visillos de lino. Y en la suite, niveló dos retranqueos con una librería. “De noche, los leds integrados crean un ambiente mágico”. Porque magia, a fin de cuentas, es lo que uno busca en su casa de verano.