La diferencia salta a la vista. Y Pilar está orgullosa del cambio: “Ahora es mucho más ligera, luminosa y moderna. Y lo he conseguido sin grandes obras, solo cambiando los detalles. No fue una reforma en sentido puro, durante estos 15 años he ido cambiando cosas, ahora las cortinas, luego la pintura y algunos muebles... No es que la casa estuviera mal pero de repente un día te das cuenta de que cosas que antes te gustaban mucho, pues ya no te apetecen tanto. Tal como veis, la casa ahora es el resultado de mi propia evolución, y de cómo ha cambiado mi vida. Cuando El Mueble vino a fotografiarla, yo tenía una empresa de mobiliario, VTV, y cuatro hijos adolescentes. Mis necesidades eran otras. Ahora ellos han crecido, dos se han casado y no viven aquí y los otros dos ya hacen más su vida. Y yo estoy empezando con una marca de mobiliario que se llama Me & You, y muchos de los muebles son de mi tienda. ¿En qué ha ganado mi casa en estos años? Ahora es más ligera, más luminosa, más fácil de limpiar y de vivir”, explica Pilar.
Tejidos que todo lo cambian
Las cortinas, por ejemplo, han sido una de las grandes claves del cambio. “Las que tenía eran maravillosas, con dobles caídas y muletones, y dentro de lo cursis, no eran exageradas para aquella época porque entonces se llevaba el estilo gustaviano. Pero pasa el tiempo y un día dices... ‘¡ufff!, prefiero algo más ligerito’. Las cambié por unos estores de screen, muy prácticos, y unas cortinas de gasa gris que tienen una caída preciosa y deja pasar más la luz y las vistas del jardín”.
De nuevo, sofá blanco
El salón es la estancia que más ha cambiado. “Para empezar, puse un sofá en esquina y es curioso, porque aunque es más grande que el antiguo, agranda el espacio. Lo hice con miedo, pero acerté. ¿Por qué volví a elegir un sofá blanco? Porque aunque es verdad que se ensucia, también es lo que mejor se limpia y no pierde color”.
Sillas que dan otro aire
En el comedor cambió las sillas por unas blancas con patas de madera. “Aunque a las antiguas les tenía mucho cariño, creo que ahora se ve mucho más actual y más ligero. Y encargué un mueble de solo 40 cm de fondo con un cajón para guardar la cubertería de fiesta. La mesa es la misma, porque es una pieza antigua, de roble, muy bonita. Además hace tiempo le hice una tabla a medida para agrandarla en Navidad y me resulta muy cómoda”.
Un dormitorio más luminoso y capaz
Y en el dormitorio, el cambio más importante fue el color. “Era lila y lo pinté de blanco, y ahora se ve más amplio y se disimula el techo inclinado. También hice un cabecero nuevo, con una estructura de unos 20 cm de fondo, perfecta para apoyar los libros o el Ipad. El frente está tapizado, porque me gusta leer en la cama y así es muy cómodo. Y bajo la ventana puse un mueble con baldas y una pequeño armario que me permite guardar más que el que tenía. ¡Ah, sí! También puse alfombras, blancas y de lana, para ganar calidez y luz”.